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"Cierro el bar durante las fiestas del Pilar por miedo a que me pase algo"

Diego Nicolás Fillat, propietario de la licencia del quiosco del parque del Canódromo en Zaragoza, ha tenido que soportar el fin de semana.

La suciedad se acumula junto al quiosco
"Cierro el bar durante las fiestas del Pilar por miedo a que me pase algo"
DEIEGO NICOLÁS

Ya no puedo seguir aguantando los insultos, gritos, amenazas. Han llegado a tirarme hasta botellas. He decidido cerrar por miedo a que me pase algo". Diego Nicolás Fillat, propietario de la licencia del quiosco del parque del Canódromo, viene denunciando desde hace años los actos vandálicos que deja tras de sí el botellón que se organiza los fines de semana en esta zona y que, durante las fiestas del Pilar, "llegan a un nivel insoportable".

 

Este empresario explica que se ha visto obligado a adelantar el cierre de su negocio "por el abandono que sufre el parque del Canódromo estos días, pese a ser el botellódromo extraoficial de las fiestas". "Aquí -cuenta- se reúnen todos los días de doscientos a cuatrocientos chavales, menores casi todos, que no respetan el quiosco ni estando yo presente". Tanto es así que "me tiran botellas, se llevan sillas, me insultan si no les dejo entrar al baño?"

 

Diego Nicolás recuerda que el año pasado no abrió durante las fiestas para evitar problemas, pero "ahora decidí seguir prestando servicio a mis clientes por orgullo propio", aunque, al final, "no puedo soportarlo y termino así antes de tiempo la temporada".

 

El bar permaneció abierto el viernes y el sábado -días 9 y 10 de octubre-, pero desde el domingo ya está con las persianas bajadas. "El viernes, cuando volví a casa, pensé en no abrir al día siguiente, pero al final me di una segunda oportunidad". La situación, sin embargo, lejos de mejorar, empeoró: "Venían jóvenes cada cinco minutos pidiendo que les dejara usar el cuarto de baño, a pedir cubitos de hielo, servilletas? Y, si me negaba, empezaban a tirarme sillas o a gritarme. No hay derecho". De hecho, el sábado por la tarde, "y mientras tenía el bar abierto, me hicieron pintadas y me arrojaron cascos vacíos de cerveza a la fachada. Llamé a la policía y no me hicieron ni caso en toda la noche".

 

Este joven lleva desde que se hizo cargo del negocio, en 2005, con su particular cruzada contra el botellón. Llegó a recoger más de doscientas firmas entre los vecinos para exigir al Ayuntamiento de Zaragoza que se reforzara la seguridad y la vigilancia, sobre todo durante las fiestas del Pilar. "Pero hasta ahora no ha habido una respuesta firme", confirma.

 

Fuentes del Ayuntamiento explicaron ayer que el servicio de limpieza trabajó en este parque el sábado y el domingo, no así el lunes, día del Pilar. Diego, por el contrario, afirma que desde el fin de semana hasta el martes no se limpió y "tengo fotografías que muestran el estado de suciedad que presentaba todo el exterior del quiosco".

 

"Pese a que esto sucede todos los años, es nula la vigilancia y muy pobre la limpieza. Yo soy consciente (por experiencias de otros años) de que si me veo en una situación peligrosa, la policía no va a acudir a protegerme porque están saturados y no llegan a todo, y este parque tan escondido está al final de la lista de prioridades", critica indignado.

 

Cuatro mesas ocupadas

Ante este panorama, "evidentemente, mis clientes habituales no se atreven a acercarse". Sobre todo, si se tiene en cuenta que "los tres accesos al parque están bloqueados por los grupos de jóvenes y por coches mal estacionados", dice. Los dos días que abrió tuvo ocupadas "cuatro mesas", cuando lo normal, fuera de las fiestas, son "unas cien al día".

 

La norma que regulará la práctica del botellón es una modificación de la ordenanza cívica, ya en vigor. Recoge que "se prohiben las reuniones o concentraciones en la vía pública o en lugares de tránsito público y zonas verdes, con ingesta de bebidas alcohólicas, cuando con esta actividad se impida o dificulte la circulación rodada o peatonal por las mismas, se perturbe la tranquilidad ciudadana o el derecho al descanso de los vecinos, o se genere una alteración de las condiciones ambientales por el abandono indiscriminado de residuos y basuras". Quedarían excluidos días especiales, como es el caso de las fiestas del Pilar.

 

Diego Nicolás, "harto de recoger cristales y de limpiar todos los días", ha decidido cerrar hasta abril, esperando que la situación haya mejorado para entonces.