RESTAURANTE AVENIDA

Buen producto y gran cocina

Los buenos restaurantes no sólo están en las grandes ciudades, el Avenida, situado en una pequeña localidad turolense, es un buen ejemplo de ello.

El Restaurante Avenida, de Albalate del Arzobispo, renovó por completo sus instalaciones a principios de este año. Las ricas creaciones de Reyes Gracia, la cocinera y esposa de Pedro Trullén, que se ocupa de la sala, bien merecían un marco adecuado al alto nivel culinario que se practica en el establecimiento. Por cierto, que el Avenida no viene puntuado ni recomendado en las guías gastronómicas, pero el boca-oído funciona como la mejor de las propagandas y recomendaciones.


Hay quien dice que en restauración solo hay buena o mala cocina, aseveración con la que estoy de acuerdo solo en parte. Entre los profesionales que hacen bien su trabajo hay algunos que destacan especialmente porque tienen un don, esa mano que hace que un plato que tiene unos ingredientes sencillos, y por supuesto de calidad, sepa a gloria bendita, como dirían nuestras abuelas. A partir de ahí, se le podrán añadir las cremas, reducciones o gelatinas que se quieran, que si la base del plato contiene el alma y el cariño de quien lo ha hecho, el comensal quedará encantado en cualquiera de los casos. Y_en la cocina del Restaurante Avenida oficia una de esas personas que tiene chispa, que se ha forjado en fogones de varios restaurantes y alguna escuela de dentro y de fuera de Aragón.


Estuve esta semana probando algunos de los platos que componen el menú degustación y la carta del establecimiento. Comenzó el pase con un original y refrescante ‘Gazpacho de frambuesas y tomate raf con berberechos’; siguió con ‘Ensalada de vieiras con vinagreta de anacardos’ -nunca antes había probado unas vieiras tan en su punto-, ‘Bombones de foie rebozados con palomitas de maíz y pan de chocolate’ -creo que gustarían incluso a quienes no les llama este derivado del pato-, ‘Chipirón relleno de gamba sobre tarrina de foie’, un vistoso y sabroso mar y montaña consistente en ‘Migas de pan con jamón ibérico, huevo, espárragos trigueros, colas de cigalas y crema de Idiazabal’, un apabullante trío de pescados (merluza con pimiento caramelizado, bacalao al pil pil y rodaballo con crema de cigalas), y chuleta de ternera lechal. Los postres, de elaboración propia, son igual de sorprendentes. Destacan el Ferrero rocher, la tarta de dátiles y albaricoque, y la bola de chocolate blanco con yogur. Un rincón de lo más recomendable.