PASARELA PARISINA

Blancos monacales, naranjas quemados y muy vivos para la serena mujer Hermès

Amarillo sol, verde esmeralda, ultra-violetas y negros vestirán el próximo verano a la mujer Hermès por designios del joven modisto Christophe Lemaire, quien ha recibido un gran aplauso al final de su desfile, en las Galerías del Jeu de Paume.

Una de las creaciones de Miyake.
Blancos monacales, naranjas quemados y muy vivos para la serena mujer Hermès

Fue en realidad una larga ovación que agradecía y celebraba el placer experimentado ante la belleza de modelos de formas holgadas que fueron también de color champán, crudo, tabaco, caramelo, azul cobalto, cereza o azul tinta.


Racionales, sencillas y gráficas, sus creaciones para la próxima temporada estival tomaron a veces prestados elementos de la indumentaria masculina, como la americana.


No solo fueron monacales por sus blancos, sino también por sus túnicas, plisados y virginales capuchas.


Al frente de Hermès desde la primavera de 2010, Lemaire adornó algunos de sus diseños con voluminosas joyas de plata y dio al verano 2012 -a veces en piel ligerísima- un impresionante conjunto de faldas largas, pantalones anchos o rectos hasta la media pierna, capas, chalecos hasta el suelo y vestidos cortos asimétricos.


Desde los jardines de las Tullerías, el modisto japonés Yoshiyuki Miyamae acertó en su debut parisiense para Issey Miyake, en el que dio un papel importante a las transparencias, no para desnudar el cuerpo como viene siendo costumbre estos días en París sino para jugar con formas, colores y líneas geométricas.


Fuscias, rosas, azules y amarillo limón fluorescentes, camisetas-túnicas transparentes sobre bermudas del mismo tejido, "shorts" y "leggings" decorados con vivos colores o abiertos en las rodillas fueron la norma.


Sus pantalones eran a veces muy anchos, bombachos, recogidos sobre los tobillos estilo Aladino, confirmando otras de las tendencias de la temporada.


La firma Kenzo presentó ante un número reducido de espectadores la primera colección de los estadounidenses Carol Lim y Humberto León -modisto de origen peruano- fundadores de las exitosas boutiques Opening Ceremony en Nueva York y en Tokio.


Si el color permanecerá en Kenzo la impresionante habilidad barroca de su antecesor, el italiano Antonio Marras, dio paso a una línea gráfica y estructurada.


Lejos de este universo de vanguardia neoyorquino-japonés- europeo, en los invernaderos de Auteuil, el modisto francés Alexis Mabille se entregó a vestir a una mujer amante de la elegancia sin osadías ni estridencias imposibles o difíciles de portar.


Vestidos cortos, rectos o abiertos sobre una enagua de puntillas, floreados o a rayas, vestidos largos de baile con reminiscencias de "denim", pantalones cortos en el mismo tono "jean" fueron algunas de sus ofertas.


Desde Celine, Phoebe Philo tiñó su paleta de blanco y negro fundamentalmente y de algunos colores propios del invierno como verde oliva y granate, además de adornar tres de sus 33 modelos con detalles fluorescentes naranjas sobre blanco.


Pantalones anchos, efectos túnica, faldas plisadas, cuero de apariencia no tan ligera en cazadoras, túnicas o gabardinas, cinturones de tamaños considerables y hombreras redondeadas tipo vasija, inspirarán a sus "fans" el próximo estío.


En el desfile del británico Bill Gaytten para John Galliano se reservó un espacio vital al negro y al blanco, a la transparencia y a los cuadros escoceses blancos, negros y grises, en gabardinas, pantalones, faldas y superposiciones de prendas portadas de día siempre con calcetines cortos y bolsos "Mary Poppins".


Pantalones anchos, sombreros con cinta, adornados de lazos, faldas plisadas hasta las rodillas y blusas transparentes fueron algunas de sus propuestas diurnas, junto con el uso de chaquetillas cortas y entalladas sobre blusas azul pálido y conjuntos estampados en gris y blanco con corazones, espigas y espirales.


Sus vestidos de cóctel se tiñeron de amarillos, rosas y azules pastel, pero la noche volvió ante todo al negro y al blanco, con audaces transparencias de tul bordado.


Esta manera de cubrir sin cubrir el cuerpo fue también clave hoy en la colección del diseñador suizo Albert Kriemler para la firma Akris, en vestidos cortos, entallados, plisados o rectos, de colores vivos y metálicos, del oro al bronce, el nácar y la plata calada.


Más allá de sus rotundas transparencias, Kriemler utilizó colores como el verde manzana muy vivo en conjuntos exclusivamente monocolores con capucha y estratégicas cremalleras.