Tocar en una orquesta significa olvidarse de tener vacaciones de verano. Esto lo sabe muy bien Domingo Laín, batería del grupo Magnum, que lleva más de 20 años recorriendo decenas de pueblos en fiestas durante los meses estivales. “Toco con ellos desde hace un año, pero antes he estado en otros como Oasis Musical o Magia Negra. Llevo nueve años dando vueltas por la geografía española”, cuenta Domingo. De hecho, ayer por la noche estuvo en Maicas (Teruel), hoy estará en Estadilla (Huesca) y mañana, en Belmonte de San José (Teruel).

En estas fechas no para. Quizás por eso, su cumpleaños siempre le toca fuera de casa. “Es el 14 de agosto, una fecha especialmente crítica para las orquestas”, explica. Este año lo pasará prácticamente en la carretera, viajando entre Valencia y Ávila. “Este oficio te tiene que gustar, porque es muy sacrificado. Pasa como con el trabajo de camarero”, dice.

Entre semana tampoco puede descansar, ya que es uno de los propietarios del bar Diávolo, en el casco histórico de Zaragoza.

Pero ser miembro de una orquesta tiene también sus pros. “Tienes una vida social muy activa, y hay pueblos en los que te hacen sentir como uno más, aunque no hay que olvidar que nosotros vamos allí a trabajar, no a estar de fiesta. Eso lo olvidan a veces los espectadores”, apunta Domingo.