Ropa comestible: azúcar, té remolacha y botones de algas

Artistas como Karol G, Nathy Peluso o Natalia Lacunza visten de Evade House, una de las nuevas firmas españolas.

La modelo luce una creación de la marca fundada por Evangelina Julia.
La modelo luce una creación de la marca fundada por Evangelina Julia.
Daniel González/Efe

¿Qué pasaría si nos pudiéramos comer nuestra propia ropa? Sería una solución para el contaminante sector textil en la que ya trabajan desde la firma Evade House, una de las elegidas para mostrar sus propuestas en Allianz EGO, la plataforma de jóvenes talentos de Mercedes-Benz Fashion Week Madrid.

Azúcar, caramelo, gelatina, remolacha, té o algas sirven para confeccionar las prendas de la marca fundada por Evangelina Julia, una treintañera que comenzó en el mundo de la moda como modelo pero no se sentía cómoda con la ropa que lucía. 

Fueron sus padres, médicos de profesión, quienes la empujaron a cambiar de rol y cambiar las reglas establecidas. Se marchó a Londres para estudiar diseño y, solo terminar la carrera, fundó su marca, Evade House. Tres años después tiene puntos de venta en Reino Unido, Nueva Zelanda, Australia, Suiza y España, pero donde más éxito tiene es en Estados Unidos.

"En Nueva York es donde más vendemos, después en Londres, quizá -medita- es porque se entiende mejor el concepto y el precio, porque lo hacemos todo a mano", aunque, aclara, en España también están teniendo una buena acogida y entre artistas como Karol G, Nathy Peluso o Natalia Lacunza. Y eso que las prendas comestibles, pasados unos dos meses, ya empiezan a tener moho, como cualquier tipo de comida.

Además de mostrar su última propuesta en la pasarela madrileña, Evade House ha tenido uno de los puestos en el conocido como Cibelespacio, el área social junto a la pasarela donde los visitantes pueden acercarse a conocer las marcas más jóvenes de la moda española y comprar sus piezas. Allí, durante la entrevista concedida a este periódico, se acerca una mujer para fotografiar varias piezas que cuelgan del burro. Tras comprobar con satisfacción las imágenes, interrumpe la conversación para felicitar a Evangelina por una de sus faldas. "Enhorabuena, es brutal", afirma móvil en mano.

Prenda más vendida

No en vano, la falda jaleada es una de las piezas que más vende, por detrás de las bragas. "Son de abuela, muy altas, con un agujero en el pompis -explica sonriente- y con un lazo bordeando todo un encaje. Me ha sorprendido la acogida porque es algo rompedor y, sin embargo, se venden todas las semanas". Ya lleva despachadas más de 200 unidades.

Las bragas no están entre las prendas que ha llevado para vender, ha ofrecido prototipos que "están 100% bien hechos y es una pena que no se vendan". Uno de ellos lo compra Laura, una veinteañera que antes de adquirir un original chaleco con capucha confeccionado en retor, el tejido de algodón resistente que se utiliza para hacer los arquetipos de las piezas, pregunta sobre sus componentes. Satisfecha con la respuesta "100% algodón con botones realizados con algas", paga los casi 150 euros sin rechistar.

Crear ropa realmente sostenible tiene un precio. Detrás hay una ardua tarea de investigación, experimentación y desarrollo que fue premiada hace dos años con el galardón Allianz EGO Confidence in Fashion, que en esta edición fue para MAL Studio Custom Project, la marca con sede en Bilbao de la diseñadora de origen peruano Michelle Lima. 

El jurado destacó su apuesta por la artesanía y el equilibrio perfecto que crea entre la fortaleza de su mensaje y la ligereza en la resolución de patrones y formas de sus prendas, realizadas con materiales desechados de otras empresas de moda, así como piezas de sus proyectos pasados para rediseñarlas. El segundo premio de la jornada, el Mercedes-Benz Fashion Talent, fue para el creador zamorano Peter Sposito Studio.

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