La verdad ha muerto. Ya no hay nada en lo que podamos creer a ciencia cierta.

Esta semana se ha presentado ‘Sora’, un nuevo modelo de inteligencia artificial capaz de generar imágenes de vídeo a partir de un texto. Es decir, usted se inventa un cuento y a continuación tiene un vídeo de una calidad y realismo absolutos e incuestionables que sigue al dedillo su narración. En el ámbito sonoro, bastan unos segundos de una voz cualquiera para generar un discurso, una conversación, una entrevista o una declaración de quien sea y sobre cualquier tema.

Hace unos días se dio a conocer el robo de casi de 24 millones de dólares en una empresa de Hong Kong. Un empleado fue engañado en una videoconferencia, en la que él creía estar hablando con su director general y unos compañeros. Todo era falso.

A partir de ahora, los fraudes no nos llegarán por sms o enlaces fraudulentos. Nos engañarán a través del vídeo de un amigo, una pareja o la llamada de una madre o un hijo. En el momento en que la IA se extienda la única certeza será que nada es lo que parece. O lo aceptamos o nos resignamos a la sospecha permanente. Y eso es agotador.

Hasta ahora las redes sociales se movían en los márgenes del postureo y la hipocresía. Sin embargo, en cuanto estos modelos de inteligencia artificial se generalicen nos sumergiremos en otro universo, que ni siquiera será mentira porque pasará a formar parte de nuestra vida y, por tanto, se convertirá en real: un mundo de fascinación, horror, emoción y seducción. Un territorio de entretenimiento en sus formas más extremas que nos hechizará porque ya le hemos entregado parte del alma.

Mátrix ya está aquí, y la verdad lleva camino de convertirse en una excentricidad.