MENORES

Tras el asesinato en Castro Urdiales: "Quienes cometen estos actos ante todo son personas, se pueden rehabilitar"

El menor que mató a su madre adoptiva puede ser internado en un centro como el que pasó 'el asesino de la catana'.

Un coche de la Guardia Civil frente a la casa donde han hallado el cuerpo sin vida de una mujer, a 8 de febrero de 2024, en Castro Urdiales
Un coche de la Guardia Civil frente a la casa donde han hallado el cuerpo sin vida de una mujer, a 8 de febrero de 2024, en Castro Urdiales
C. Ortiz

Julio García Celorio, presidente de la Asociación Nueva Vida, tiene respuesta para la pregunta que surge cada vez que un asesinato tan macabro como el registrado esta semana en Castro Urdiales acapara la atención mediática y ciudadana. ¿Es posible la rehabilitación y la posterior reinserción? "Siempre", afirma sin dudar. "Yo creo firmemente en la personas.

Todos somos susceptibles de equivocarnos, y de equivocarnos mucho", recalca. "Todos merecemos una segunda oportunidad. Absolutamente, todos", finaliza. No lo dice desde el buenísimo, habla en base a su experiencia. Al centro que la organización que preside tiene en Renedo de Piélagos llegó en 2006 José Rabadán, más conocido como 'El asesino de la catana'. Había matado a su padre y a su hermana con este sable de origen japonés.

Nueva Vida es una de las organizaciones que trabajan en Cantabria con personas que estando aún en la cárcel tratan de reenfocar su vida. "Ante todo son personas, y tienen dignidad independientemente de sus delitos. La Constitución habla de que el objetivo deber ser la reinserción", subraya. "Lo que no hacemos aquí es juzgarles. De sus delitos, ya lo ha hecho un juez. Nosotros debemos ayudarles a que sean conscientes de lo que han hecho, a cómo restituir el daño causado, en caso de que sea posible, y a conseguir que sean readmitidos por la sociedad", apostilla.

Su centro no está especializado en menores, pero allí estuvo José Rabadán. Tenía 17 años cuando en el año 2000 cometió una de las matanzas más recordadas. Acabó con la vida de su hermana, de 9 años, y con la de sus padres. Desde entonces, su nombre quedó ligado al arma que utilizó. En aquella ocasión tampoco resultó fácil determinar el porqué. Se barajaron diversas hipótesis, pero al final fue la tesis de los psiquiatras la que se impuso: psicosis epiléptica derivada de una lesión cerebral. Al ser menor, le condenaron a seis años en internamiento terapéutico y dos en libertad vigilada.

Rabadán pidió ayuda a García Celorio. Por eso vino a Cantabria. Estuvo en el centro de Nueva Vida en Renedo de Piélagos, donde consiguió el objetivo de reinsertarse hasta quedar diluido de nuevo en la sociedad. Es la meta final. "Cumplió cinco años de medida y ha ido alcanzando objetivos formándose, trabajando e incluso estableciendo relaciones personales, y no le conocemos hechos delictivos", explicó a El Diario Montañés en 2012 el entonces jefe de sección de Medidas Judiciales del Servicio de Atención a la Infancia, Adolescencia y Familia de Cantabria, Jesús Rodríguez.

¿Cómo conseguirlo?

Desde entonces, Rabadán no ha vuelto a delinquir, por lo que culminó el gran objetivo. Incluso protagonizó un documental televisivo donde explicó su caso y el proceso. Lo que no existe es una fórmula única que se pueda aplicar para conseguir la rehabilitación de una persona. «El secreto es que no hay secreto. Tratar de que consigan una vida lo más normalizada posible, te diría. Nosotros, al fin y al cabo, no somos más que un simple enganche entre ellos y la comunidad; es decir, la sociedad», explica Mari Paz Allende, coordinadora del centro que Nueva Vida tiene en Renedo de Piélagos.

Tanto Allende como García Celorio insisten en que es un reto posible. Dan fe de que la fórmula, en ocasiones, funciona. "Muchas veces trabajamos con el acierto-error, porque no siempre salen las cosas la primera. La gente puede fallar, pero hay que darles una segunda oportunidad", reconoce Allende. "El año pasado, de las 32 personas que vinieron de El Dueso con el programa Reincorpora de La Caixa, las 32 encontraron trabajo. Son datos reales, aunque no todos los años son tan buenos", subraya el presidente de Nueva Vida.

Lo que no pueden hacer este tipo de organizaciones "es presumir públicamente de los éxitos". Cada persona rehabilitada y reinsertada es un triunfo que celebran en silencio. Y no les importa. "Hay que tratar de que sean readmitidos por la sociedad y se integren sin que nadie se dé cuenta".

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