Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Artículos científicos bajo sospecha

El año pasado, los editores retractaron unos 10.000 trabajos y ahora un centro de Harvard revisa más de 30 publicaciones por manipular imágenes.

Fachada del centro de investigación y tratamiento de cáncer Dana-Farber en Boston, Estados Unidos.
Fachada del centro de investigación y tratamiento de cáncer Dana-Farber en Boston, Estados Unidos.
Colpisa

Un científico molecular de la Universidad de Newcastle, llamado Sholto David, se dedicó a examinar los artículos científicos de un prestigioso centro de investigación contra el cáncer adscrito a la Universidad de Harvard, el Dana-Farber Cancer Institute. En especial analizó las pruebas publicadas en revistas tan prestigiosas como Nature o Science, y encontró que las imágenes habían sido alteradas mediante un copiado o pegado o con herramientas fotográfica para que indujeran a creer en un resultado que quedaba en entredicho. David, que es experto en biociencia celular, comentaba en el artículo donde publicó sus hallazgos que «el nivel de falsificación de datos es patéticamente amateur y excesivo», y comenzó a mostrar los errores. «Solo es una fracción», avisó.

Con nombres y apellidos de autores, la mayoría reputados investigadores del circuito oncológico, los 'papers' publicados entre 1999 y 2017 quedaban al descubierto. Más de 50 artículos falsificaban datos, según las conclusiones de David, que milita en PubPeer -una web dedicada a desenmascarar las publicaciones científicas-. Ante la evidencia, el centro adscrito a la Facultad de Medicina de Harvard se vio obligado a retractarse de seis de los artículos unos días después, mientras revisan otros 31, aunque no facilitaron detalles sobre cuáles eran los que ellos reconocían con problemas.

No parecen ser simples errores o descuidos. Hay imágenes duplicadas y colocadas en lugares distintos para que insinúen que los medicamentos revierten un tumor en ratones, células estiradas y alteradas en su tamaño para indicar los efectos deseados o imágenes superpuestas, unidas o teñidas...

Tampoco se trataba de investigadores junior o externos. Los que firman los artículos son los directores del centro, sus adjuntos e incluso su presidenta, Laurie H. Glimcher, la primera señalada por David en su artículo 'Dana-Fabricantes en la Universidad de Harvard' -haciendo un juego de palabras con el nombre de la institución-, en la web Para una ciencia mejor.

Las revistas que, a pesar de sus controles de revisión por expertos y otros filtros, están involucradas en este escándalo en el universo científico son una docena, entre ellas las dos ya mencionadas, así como Clinical Cancer Research, Molecular and Cellular Biology y Blood. Después de sus pesquisas internas, el centro Dana-Farber envió un comunicado donde niega que exista «evidencia de intención de engañar por parte del autor». Sin embargo, en su artículo y luego en un satírico videoblog, David muestra los detalles de las imágenes expuestas donde hay un «corta y pega» para manipularlas.

Récord de engaños

El año 2024 empieza con este desliz -aunque continuado- de un renombrado centro de investigación en un área muy delicada y con mucho dinero en juego. Pero retirar de la circulación artículos científicos comienza a ser una práctica habitual. En 2023 se registró la retirada de más de 10.000 'papers'. Un récord, según la propia Nature ahora también señalada en el caso del Dana-Farber Center Institute.

Eliminar resultados y conclusiones no es una cuestión banal. Las publicaciones especializadas tienen amplia repercusión en las sociedades médicas y pueden influir no solo en las líneas de investigación clínica -con frecuencia financiadas por dinero público-, sino también en la cotización de acciones de la industria farmacéutica. La tasa de rectificaciones se ha triplicado en una década.

Los que retractan artículos, además, no suelen ser los autores ni los centros que les acogen, sino los editores, según el publica Nature, que habla de «fraude» y «falsedad», y señala como principales responsables una trama que involucra a Arabia Saudí, Pakistán, Rusia y China, a través de la editorial Hindawi, con sede en Londres. El 80% de los desmentidos por parte de terceros salen de sus revistas que se hacen eco de estudios financiados por estos países.

En estos casos verificadores al servicio de la propia editorial detectaron incluso textos incoherentes. Entre las causas del aumento de las tasas de retractaciones está la presión sobre los investigadores para publicar, puesto que el número de artículos expuestos es un baremo principal para su promoción. También el uso cada vez mayor de programas automatizados de búsqueda y escritura, gracias a la inteligencia artificial y aplicaciones como ChatGPT.

Ahora bien, el hecho de que existan estas retractaciones indica que existe una comunidad científica cada vez más atenta, donde la comunidad a la que pertenece Sholto David juega un papel primordial e independiente.

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