El Pilar y los adolescentes: cómo negociar la hora de salida

Las fiestas son un ritual de paso que puede generar tensiones cuando se trata de poner límites. Aquí van algunos consejos, trucos y aplicaciones útiles. 

Pilar 2017 Joven
Adolescentes en las Fiestas del Pilar
José Miguel Marco

La psicóloga Ana Notivoli lo tiene claro: "Depende del entorno, pero la edad en la que un chaval puede salir por la noche es partir de los 16 años". Eso no quiere decir que antes no puedan, e incluso deban, empezar a experimentar. Y para ello solo hay una manera: "Negociar".

En España, suelen ser las fiestas patronales las que de manera más habitual hacen de cuña para abrir brecha en lo que a salidas nocturnas se refiere. En Zaragoza, intergeneracionalmente, han sido las del Pilar las que han servido de excusa para salir un poquico más de lo habitual, tener las primeras tomas de contacto con eso de llegar más tarde a casa. Sin embargo, así pasen los años, marcar la hora exacta y los términos en que esas salidas se van a producir siguen suponiendo no pocos quebraderos de cabeza. Los padres estarán escuchando estos días los mismos mantras que en su día utilizaron ellos: "Es que son Pilares", "a todos les dejan", "las doce es muy pronto"...

"Todos lo hemos hecho", dice Ana Notivoli, por lo que pide, para empezar, recordarlo y tirar de empatía: "No recomiendo prohibir de manera tajante las cosas, porque con eso solo se consigue despertar aún mayor interés en el asunto".

Aplicando el sentido común y nuestra propia experiencia, la psicóloga recomienda aprovechar el momento para tener la consabida charla con los hijos sobre los peligros del alcohol y las drogas.

En este sentido, es importante procurar que, ya que van a salir, los lugares elegidos para esas primeras salidas sean "abiertos, con presencia de mucha gente y, a ser posible, alejados de las zonas habituales del botellón".

El programa de fiestas puede ser el mejor aliado de los padres: "No está de más estudiárselo y que sean los progenitores los que den el primer paso, proponiéndoles planes concretos, adecuados para ellos, de manera que consigan su objetivo pero controladamente". Notivoli pone de ejemplo las ferias o conciertos gratuitos en plazas céntricas, más teniendo en cuenta que en el caso de los menores de 16 tienen la entrada prohibida por ley a muchos de los espacios festivos. "Lo normal es que deambulen, que ligotéen por la calle con una bolsa de chuches", pero no está de más darles alguna idea extra dada la cantidad de oferta de estos días que se vienen.

En este caso, lo de la unión hace la fuerza también rige: "Es muy útil ponerse de acuerdo con los demás padres del grupo, ir todos en la misma dirección".

Pero lo chavales, claro, también han de poner de su parte. "Con 13 o 14 años son pequeños y deben ser conscientes de ello, pero lo suficientemente mayores como para exigirles responsabilidad", apunta Notivoli. Así, avisa, "los padres deben ir poco a poco, cada salida, por así decir, debe estar en entredicho, y la siguiente sujeta a si se ha cumplido o no lo acordado en la anterior, los chicos no deben vulnerar los acuerdos a los que se ha llegado. Si llegan tarde o, por ejemplo, no se muestran localizables, debe tener consecuencias".

Lo de localizables es una de las grandes diferencias generacionales entre los padres e hijos de hoy en día a la hora de abordar el 'trance pilarístico'. El móvil, habitual generador de tensiones en el seno familiar, se convierte en este caso en ideal aliado. En concreto, Notivoli recomienda muchísimo una 'app' de la Policía Nacional, Alert Copp, que permite, en este caso a los menores, avisar con el simple gesto de darle a un botón si están en cualquier tipo de apuro, de manera que los agentes se personan a la mayor brevedad posible. Igualmente, da la posibilidad de que el chico o chica elija a unos "guardianes", que no tienen por qué ser los padres (puede ser un hermano mayor o un tío), que conocerán en todo momento su ubicación.

Para la psicóloga, las fiestas no tienen por qué ser solo un motivo de discusión, sino también una oportunidad de que los chavales "vayan experimentando, y de que lo hagan poco a poco, de manera que no lleguen a los 16 queriendo hacerlo todo de sopetón".

Notivoli también hace hincapié en que los padres deben abrir lo más posible las vías de comunicación: "Es muy importante que los hijos tengan claro que deben llamar pase lo que pase, que no van a ser abroncados por ello, que no tengan miedo, que, sobre todo, han de estar controlados" por su propio bien.

Notivoli, no obstante, quiere señalar que en la preadolescencia hay también quien no está interesado en salir y es algo que se debe respetar. "En esas edades se dan a menudo muchas diferencias, habrá niñas o niños que solo piensen en salir y otros que incluso se queden jugando". En ese caso, para no renunciar a las fiestas, la psicóloga sugiere  optar por hacer planes en familia, por qué no acompañados de otros padres, de manera que las fiestas sirvan también de excusa para ampliar su vida social. 

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