Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Gazapos de ciencia y cine

'Culpa mía': si bebes, no conduzcas… y tampoco des explicaciones (supuestamente) científicas

Una frágil explicación sobre líquidos y vasos la que Noah brinda a su hermanastro. Por muy duro que resulte decirlo, está muy cargada de gazapos.

Fotograma de la película 'Culpa mía' (Domingo González, 2023)
Fotograma de la película 'Culpa mía' (Domingo González, 2023)

Hay que tener la mirada muy vidriosa, estar muy bebido o demasiado pendiente de tus musculados bíceps para no darse cuenta de la fragilidad de la explicación sobre líquidos y vasos que Noah brinda a su hermanastro. Por muy duro que resulte decirlo, está muy cargada de gazapos.

Noah debe dejar su ciudad, novio y amigos para mudarse a la mansión del nuevo marido de su madre. Allí conoce a su nuevo hermanastro, Nick, y sus personalidades chocan desde el primer momento. Pero la atracción que sienten les llevará a vivir una tormentosa relación.

Encuentra el gazapo científico de este diálogo de la película 'Culpa mía', dirigida en 2023 por Domingo González, que también firma el guion, y con Nicole Wallace (Noah); Gabriel Guevara (Nick); Marta Hazas (Rafaella) e Iván Sánchez (William Leister) en el reparto.

El diálogo

  • -¿Tu madre no te enseñó que hay una cosa que llaman vasos para contener los líquidos? -preguntó Noah, en un evidente mal estado de ebriedad. Y, reparando en los bíceps de Nick, que lucían en todo su esplendor por el esfuerzo de llevarla en brazos, prosiguió con su discurso:
  • -Los esteroides sí que te los bebes en un vaso de cristal, ¿eh? Pues ¿sabes?, el cristal es un líquido. Un líquido que contiene otro líquido. Es bonito ¿verdad? Si fueses capaz de sentir emociones, lo apreciarías. El vidrio fluye tan lentamente que parece sólido. Por eso es tan frágil. Duro pero frágil -explicó un momento antes de quedarse dormida.

El gazapo

No es culpa mía obligar al lector a tragarse esta delirante reflexión. Si hay que señalar algún culpable, esas son mi hija y mi esposa, que mí nunca se me hubiese ocurrido ver esta película. Pero mi hija tiene otros criterios y gustos, propios de su adolescente edad y, además, la capacidad de persuasión suficiente para arrastrar a su madre ante el televisor. Es a ellasa  las que hay que culpabilizar o agradecer no solo que me llamasen la atención sobre la existencia de este diálogo, sino también que tuviesen la deferencia de apuntar el minuto de la escena para evitarme un sufrimiento adicional innecesario.

Dicho lo cual, no es culpa mía que Noah se haya tomado una (o dos o…) copa de más. Como tampoco es culpa mía que la ebriedad haga que a Noah le dé por sacar a pasear su vena filosófico-científica. Y ni mucho menos es culpa mía que la etílica y vidriosa reflexión resultante sea un completo disparate muy cargado de errores.

¿Por cuál empezar? Lo mejor será presentarlos todos de penalti para pasar el mal trago cuanto antes; que luego ya tocará la dolorosa resaca de explicarlos en detalle.

  1. El cristal no es un líquido
  2. El cristal y el vidrio no son lo mismo…
  3. … A pesar de lo cual, el vidrio tampoco es un líquido
  4. El vidrio no es frágil (el cristal sí)
  5. No hay líquidos duros (… ¿o sí?)
  6. Un líquido no puede contener a otro líquido (¿… o sí?)

No, en efecto, el cristal no es un líquido. De hecho, es un sólido… cristalino. Según el manual de mineralogía de Dana -una suerte de biblia de la disciplina por todos los que, en algún momento, hemos tenido que estudiarla- un cristal es un sólido homogéneo que posee un orden interno tridimensional de largo alcance. Lo que, traducido de la jerga geológica, significa que es un sólido formado por átomos ordenados en una estructura tridimensional regular que se repite en las tres dimensiones. Una buena forma de verlo es con un cubo de Rubik formado por pequeños cubos (las estructuras regulares) que se repiten en las tres direcciones del espacio (ancho, largo y alto), dando como resultado un cuerpo sólido.

Y no, el cristal y el vidrio no son lo mismo -aunque muchas veces se empleen ambos términos de forma indistinta-. El mismo y reverenciado manual de Dana define al segundo como un sólido amorfo. Esto es, un sólido que carece de una estructura interna definida y ordenada que se repite en el espacio. 

A diferencia de lo que sucede en un cristal, en el vidrio los átomos que lo integran ocupan una posición fija en el espacio, pero sin seguir un patrón, sino que se distribuyen de forma heterogénea o aleatoria. Una forma de entender la diferencia es fijándose en el distinto aspecto que presenta una pared a base de ladrillos dispuestos de forma ordenada frente al de un muro de mampostería donde las piedras y bloques que lo componen se disponen de forma mucho más irregular.

Y otra forma de verlo -acaso la más inmediata y sencilla- es presentar sendos esquemas de la estructura interna de uno y otro:

Estructura interna del vidrio y del cristal
Estructura interna del vidrio y del cristal

Por cierto, de lo anterior se infiere que, a pesar de sus diferencias, en lo que sí son 'iguales' es en que el vidrio -como el cristal- no es un líquido; y, por consiguiente, tampoco fluye, ni rápida ni lentamente, por mucho que Noah se emocione.

¿Qué se habrá tomado Noah para realizar tan descabellada afirmación? Bueno, lo más seguro es que algo que se le subió a la cabeza, pero que así y todo dejó que su embotado cerebro aún fuese capaz de recordar -lo de verbalizarlo ya es harina de otro costal- que el vidrio se forma en la naturaleza y en las fábricas a partir de arena de sílice fundida (y, por tanto, en estado líquido) que, al enfriarse rápidamente, solidifica con esa peculiar estructura interna.

El vidrio no es tan frágil. A ver, la fragilidad es la capacidad de un material de fracturarse o romperse en fragmentos debido a su escasa o nula capacidad de deformación permanente. O dicho desde el ángulo contrario, la fragilidad es la incapacidad de un material para sufrir deformaciones importantes sin llegar a romper. 

Desde esta perspectiva el vidrio no es tan frágil y, desde luego, es menos frágil que el cristal debido a que, a diferencia de este, aquel tiene una cierta capacidad para deformarse, una cierta plasticidad gracias a su condición de sólido amorfo. Ello es debido a que, al no tener una estructura interna definida, los enlaces entre los distintos átomos no son tan rígidos y eso le confiere una mínima capacidad de deformación. Llevándolo al extremo, podemos imaginar un sólido amorfo como algo intermedio ente un sólido cristalino y un líquido excepcionalmente viscoso.

A correr por parejas

Para (acabar de) entenderlo podemos recurrir a un ejemplo más lúdico como son las carreras por parejas en las que te atan a tu compañero. En un líquido estarías atado a tu coequipier solo por la pierna y con una cuerda lo suficientemente larga que os diese cierto margen para moverse uno alrededor del otro. En un sólido cristalino la cuerda sería mucho más corta y estaríais atados no solo por la pierna sino también por el brazo, por lo que no os podríais mover uno con respecto al otro en absoluto. Y en un solido amorfo, la cuerda sería igual de corta pero solo os ataría por las piernas, con lo que aún dispondríais de una limitada flexibilidad para moveros el uno con respecto a otro. Esa es la razón por la que los vasos y copas de cristal sean más proclives a romperse cuando se nos caen al suelo o sobre la encimera que los de vidrio, que soportan mejor el trote y las torpezas del día a día.

No hay líquidos duros (.. ¿o sí los hay?)

El diccionario de la Real Academia Española define dureza tal que así:

Dureza

Del lat. duritia.

1. f. Cualidad de duro.

2. f. Tumor o callosidad que se hace en algunas partes del cuerpo.

3. f. Geol. Resistencia que opone un mineral a ser rayado por otro.

Dureza de vientre

1. f. Dificultad o pereza para la evacuación fecal.

Dureza del agua

1. f. Cualidad del agua dura.

Por tanto, desde el punto de vista de los materiales, la respuesta es un rotundo no, dado que la dureza es una propiedad mecánica de los materiales definida como la capacidad de resistir al rayado, la creación de marcas o la hendidura de la superficie mediante micropenetración de una punta.

Pero otra cosa es desde un punto de vista químico, algo que ya anticipaba la definición de la RAE con la acepción referida a la dureza del agua; que en este caso representa la concentración de (sales) minerales en disolución. Así, un agua dura es la que contiene muchos minerales disueltos; en tanto que en un agua blanda la concentración de sales contenidas es muy pequeña.

Y ya, por último, un líquido no puede contener a otro (… ¿o sí puede?). De nuevo, la respuesta depende de a quién le plantees la pregunta. 

Un físico te dirá que no, dado que por definición un líquido es un fluido con un volumen definido, pero sin forma; y que por tanto se adapta y adopta la del recipiente que lo contiene. Así pues, un líquido no puede contener otro líquido porque no existe un contenedor como tal. Pero un químico, aunque en lo sustancial estaría de acuerdo, siempre alegaría que existe una posibilidad: las emulsiones de líquidos inmiscibles, que no son más que suspensiones de gotas de un líquido en el seno de otro líquido que, por tanto, las contiene.

Si eres capaz de sentir emociones -y de no quedarte dormido antes de llegar a este punto-, seguro que te habrás emocionado con esto último que te evocará las explicaciones de tu madre cuando te enseñó a preparar mayonesa.

-Ir al suplemento Tercer Milenio

Apúntate y recibe cada semana en tu correo la newsletter de ciencia

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión