Productores de cine erótico piden restringir el acceso de los menores al porno en internet

Denuncian, entre otras cosas, el acceso a imágenes sobre prácticas sexuales violentas.

Foto de archivo de dos preservativos
Foto de archivo de dos preservativos
Pixabay

La Asociación de Productores y Editores de Obras y Grabaciones Audiovisuales (APEOGA), que engloba a la mayoría de empresas españolas de cine erótico, reclama la regularización de los sitios web de contenido pornográfico, para evitar, entre otras cosas, el acceso de menores.

Junto a periodistas y sexólogos han publicado el 'Libro Blanco de Cine para Adultos', en el que denuncian el acceso a imágenes sobre prácticas sexuales violentas, la ausencia de una regulación fiscal a nivel estatal y piden que se exijan a los difusores de cine X en internet las mismas condiciones que a las productoras radicadas en España.

"No es lo mismo el cine de adultos que la pornografía existente en Internet, partiendo de la base de que nosotros, como productores, nunca hemos tenido como objetivo al niño", explica a Antonio Marcos, presidente de APEOGA, quien cataloga al porno accesible online como "pederastia 3.0" porque, sostiene, tiene como objetivo "la captura de datos de menores para su posterior venta".

Marcos, autor del decálogo del cine para adultos que abre el manual, exige la restricción férrea del acceso a menores, aunque propone bajar la edad para acceder legalmente a estos contenidos a los dieciséis años desde los dieciocho actuales.

"A nosotros nos han dicho en el Ministerio de Cultura, en el ICAA, que lo que pedimos es poner puertas al campo", prosigue, mientras que, recuerda, "todos sabemos perfectamente que si hay una página con piratería, la cierran", ya que "cuando existe algo ilegal por Internet, una IP (número de identidad de un dispositivo electrónico) sí se puede anular".

Mientras las producciones españolas cuentan con un elenco de actores profesionales, son catalogadas por el Ministerio de Cultura y sometidas a controles, las multinacionales de Internet se basan principalmente en imágenes de particulares: "¿Quién controla esto?", se plantea el productor para recordar el borrado en 2020 de dos tercios del contenido de la web PornHub por contener violencia sexual y pornografía infantil.

Frente al actual modelo, el libro propone "una enseñanza a los chavales diciéndoles la verdad sobre la sexualidad", impartida por expertos y psicólogos, algo en lo que coincide la sexóloga Ana Sierra, colaboradora en el libro junto con otras personalidades como periodista Juan Sardá, la realizadora

"Si a ti te excita ver que están violando a una persona, quizás deberías acudir a un profesional de la psicología"

"Podemos consumir cualquier tipo de pornografía si existe una educación sexual integral previa", declara Sierra, quien plantea en su capítulo el concepto de "Mindfulsex", definido como "tomar conciencia de lo que es la sexualidad o cierto tipo de pornografía en nuestra vida, que tampoco es una cuestión de prohibir sin más, sino de poder consumir cualquier cosa con una mirada crítica".

"Debemos conocer que si a ti te excita ver que están violando a una persona, quizás deberías acudir a un profesional de la psicología o simplemente meter una mirada critica, rascar un poquito más y pensar: ¿por qué a mí me gusta esto?", remarca.

Asimismo, Sierra condena la inclusión de violencia naturalizada en las escenas de las web porno que impiden encontrar el placer en el sexo si se lo desprovee de agresividad: "Si facilitamos que se encuentre con mayor probabilidad una pornografía violenta, estamos diciendo que la sexualidad es violenta, que es bueno que sea violenta y que es placentero que sea violenta", explica.A pesar de su crítica a la pornografía digital, el 'Libro Blanco' mantiene una perspectiva antiabolicionista del contenido erótico, presente en capítulos como el de Gerardo Sánchez, director del programa de TVE 'Días de cine', en el que se plantea: "Quiénes son los demás para decirme mí lo que tengo que pensar, lo que tengo que ver, lo que puedo ver, lo que está bien ver y lo que está mal ver".

"Creo que hay un estigma por parte de la derecha y de la izquierda. Por gente que se cree en posesión de la verdad suprema y que creen y aspiran a que tu pienses como piensan ellos. A mí eso me parece intolerable", sentencia extrapolando este escenario del cine de adultos a todo tipo de producciones, frente al que sostiene la premisa del "si no te gusta, no mires". 

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