Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Bio, bio, ¿qué ves?

¡Taxi! Siga a ese tumor

La nanotecnología podría hacer más eficaz y segura la quimioterapia frente al cáncer, al garantizar que los fármacos se dirijan exclusivamente a las células tumorales.

Nanopartículas magnéticas
Nanopartículas magnéticas
David Alterman

Durante los últimos años, la esperanza de vida de los pacientes de cáncer, así como su calidad de vida, ha ido creciendo exponencialmente. Sin embargo, esta enfermedad continúa siendo una de las que tienen una mayor tasa de mortalidad asociada, ya que no todos los tipos de tumor responden de igual forma a los tratamientos. Algunos de ellos son especialmente resistentes a los fármacos, lo que pone en serio peligro el éxito de la terapia. En estos casos, se debe recurrir a medicamentos cuyo efecto antitumoral sea extraordinariamente alto. No obstante, esta clase de quimioterapéuticos posee un lado oscuro: sus efectos secundarios.

Los tumores aparecen en el cuerpo a raíz de que una de nuestras células sufra una serie de cambios genéticos, es decir, mutaciones, que la llevan a comportarse de forma anómala. Se convierte entonces en una célula tumoral, capaz de reproducirse con una frecuencia mucho mayor que la del resto de células del cuerpo. El tumor se comporta como una parodia de órgano, robando espacio, nutrientes y demás al resto del cuerpo. Esto es lo que da lugar a los síntomas de la enfermedad que conocemos como cáncer. De no cesar de raíz el crecimiento del tumor, las terribles consecuencias son, por desgracia, bien conocidas.

Existen varias formas de frenar el desarrollo de los tumores. Una de ellas es la quimioterapia, que consiste en administrar fármacos que eliminen las células tumorales. Para ello, es necesario conocer las diferencias que existen entre una célula sana y una tumoral. Así, se identifican 'puntos débiles' de las células tumorales a los que atacar farmacológicamente. Sin embargo, las diferencias pueden ser mínimas, y esto hace que los fármacos puedan dañar de rebote las células sanas. Este es el origen de los efectos secundarios de la quimioterapia, entre los que se suelen encontrar problemas gastrointestinales como náuseas, pérdida del cabello u otros.

Para reducir los efectos secundarios, es necesario que los fármacos lleguen exclusivamente a la región del cuerpo en la que se encuentre el tumor. Una de las estrategias más prometedoras consiste en diseñar diminutos 'taxis' que los lleven hasta el destino deseado. Estos taxis son, en realidad, nanopartículas. Como su propio nombre indica, las nanopartículas son partículas de tamaño muy, muy pequeño. Pueden estar hechas de distintos materiales, desde metales hasta lípidos, y adoptar diferentes formas, pero todas ellas tienen en común su capacidad de actuar como vehículos para fármacos.

Al igual que un taxi, una nanopartícula quimioterapéutica debe conducir bien seguros a sus pasajeros hasta su lugar de destino y, una vez deje a sus clientes, marcharse. Con esto se consigue, por un lado, garantizar que los fármacos no pululen por todo nuestro cuerpo y puedan dañar zonas sanas, reduciendo los posibles efectos secundarios. Pero, además, usar nanopartículas como vehículos puede tener una estupenda consecuencia adicional, que es aumentar la eficacia de la terapia. Precisamente al evitar que los fármacos viajen por todo el cuerpo y concentrarlos en una única región, se consigue aumentar la cantidad de compuestos en la zona del tumor, lo que conlleva una mayor acción farmacológica. Dos por el precio de uno. Con esta estrategia, se pretende no solo aumentar la esperanza de vida de los pacientes de cáncer al incrementar el efecto antitumoral, sino también mejorar su calidad de vida reduciendo los efectos secundarios. Todo gracias a un diminuto y muy servicial servicio de taxis.

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