Una marquesa en serie

Tamara Falcó estrena en agosto su propio 'reality' en Netflix donde confiesa que "llegué a plantearme ser religiosa".

Imagen promocional de 'Tamara Falcó: La marquesa'
Imagen promocional de 'Tamara Falcó: La marquesa'
Netflix

Ahora que todo el mundo, hasta Amador Mohedano, tiene su propia docuserie, Tamara Falcó no podía ser menos. La diferencia es que ella, además de un 'reality' sobre su vida y milagros, reúne otros muchos ingredientes para convertirse en la estrella del verano. Triunfa en las redes aireando las imágenes de lo que no se vio en la boda de su primo (¿alma de Villarejo?), presume de consumada chef (diplomada en Le Cordon Bleu) y planea abrir un restaurante en El Rincón, el palacio del difunto marqués de Griñón, su padre. Además, las marcas de moda se la rifan y en estos tiempos belicosos hasta le han declarado la guerra, como a Ucrania.

No ha sido Putin, sino Carmen Lomana, que no para de bombardearla a reproches por haberle copiado un modelito de Zimmermann. La culpa la tiene Anneke Lantern, que no es una persona sino el nombre de un vestido estilo bohemio, pero con tanto pedigrí que cuesta más de lo que gana al mes un mileurista. Lomana lo estrenó en una cena en la que coincidió con Tamara. Y Tamara por lo visto tomó nota.

"Estoy indignada", ha declarado la rubia socialité y coleccionista de alta costura a la revista 'Semana'. "Estuvimos sentadas en la misma mesa y me parece de muy mal gusto a los quince días comprarte otro igual para ir a una boda, que tú sabes que esta familia, todas las bodas... En '¡Hola!' Con lo cual, me van a quemar el traje". Lomana se refiere, por supuesto, al clan Preysler y a la revista que se ha convertido en su álbum de fotos familiar.

Pero Tamara no parece darse por aludida. Se encuentra demasiado ocupada con sus proyectos, entre los que destaca tener su propia docuserie en Netflix (tal vez esto se lo copiaría Lomana a ella). Se titula 'La marquesa' y se estrenará el 4 de agosto. "Casi toda mi vida está contada en las portadas de la revista '¡Hola!", admite Tamara al comienzo del tráiler. Y se presenta como hija de una de las mujeres más elegantes de España y de un reconocido viticultor. "Hace unos años, la fe apareció en mi vida -prosigue-. Llegué incluso a plantearme ser religiosa. Aunque al final ese no era el plan de Dios. Y decidió sumarle a mi vida un novio".

En el vídeo promocional aparecen imágenes de Iñigo Onieva, el apuesto, opuesto y a la vez complementario novio de Tamara, un empresario de la noche por el que ella acude "aunque esté cansada" a la discoteca. Y que, a cambio, y en justa retribución, la acompaña a la misa matinal aunque preferiría quedarse en la cama.

Marquesa y chef

"Sí, soy marquesa", sentencia Tamara por si alguien todavía no supiera que hace dos años heredó el principal título nobiliario que ostentaba su padre. "Y soy chef", asegura sin rubor mientras carameliza una guinda o tal vez un tomate cherry... "Por eso me he propuesto abrir un restaurante", remata. "Yo lo veo complicado", tercia su madre, implacable. Porque Isabel Preysler no acaba de ver claro que la gente de su zona se desplace hasta Aldea del Fresno, donde se encuentra El Rincón, a comerse la reinterpretación del pavé de pollo al jerez que borda su hija. Por eso le sugiere que traslade el negocio a Jorge Juan, probablemente la calle más pija del madrileño barrio de Salamanca.

Total, que con el relato de Tamara sobre su fantástica existencia, aderezado por los exquisitamente cáusticos comentarios de su madre, Isabel Preysler, las aportaciones de sus amigos (entre los que se encuentra el siempre estimulante Boris Izaguirre), de sus familiares (¿opinará Julio José?) y tal vez alguna nota a pie de página de Vargas Llosa, 'La marquesa' apunta maneras para convertirse en la docuserie del verano. Tan tremenda, rutilante, disparatada y fuera del mundo real como 'Soy Georgina', pero en fino.

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