Tercer Milenio

En colaboración con ITA

¿Para qué sirve una hormiga?

Se las puede encontrar en todos los ecosistemas terrestres, están presentes en casi todos los continentes, pero solo se les presta atención cuando ocasionan alguna molestia al ser humano. Sin embargo, las hormigas dirigen una buena parte del mundo terrestre como grandes agitadoras del suelo, canalizadoras de energía y dominadoras de la fauna de artrópodos.

Obreras de Cataglyphis velox depredando sobre una oruga.
Obreras de Cataglyphis velox depredando sobre una oruga.
J. Manuel Vidal-Cordero

Con más de 15.000 especies, las hormigas son el grupo de insectos sociales más diverso. Además, su gran abundancia en la mayoría de los ecosistemas terrestres hace que supongan gran porcentaje de la biomasa total en muchos entornos. Desde su origen, hace aproximadamente 120 millones de años, las hormigas han llegado a ocupar todos los continentes, a excepción de la Antártida, y se han convertido en un taxón dominante de la fauna de artrópodos en casi todos los ecosistemas terrestres. Sin embargo, de los miles de especies conocidas, las estudiadas con mayor profundidad son aquellas que viven cerca de los humanos, las que se introducen en nuevas áreas y se convierten en invasoras o las especies nativas que interactúan con plantas invasoras. Dicho de otro modo: nos solemos acordar más de las hormigas cuando son una molestia, y no solo en nuestro hogar.

Los costes de nuestra necedad

Como consecuencia de actividades antropogénicas, como pueden ser el transporte de mercancías, el turismo o la comercialización de productos agrícolas y de jardinería, el ser humano ha introducido más de 200 especies de hormigas en lugares donde no son originarias. De estas especies de hormigas exóticas, 19 presentan un efecto negativo en aquellos lugares donde han sido introducidas, considerándose invasoras. De hecho, cinco de la lista de las 100 peores especies invasoras del Global Invasive Species Database de la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza son hormigas. Y es que muchas especies de hormigas reúnen características biológicas y ecológicas que favorecen que se conviertan en invasoras fuera de sus lugares de origen: pequeño tamaño, ser muy ubicuas, presentar una gran densidad poblacional, capacidad de adaptación y dominancia.

Hormiga fantasma, hormiga de fuego, hormiga loca… Nombres temibles para invasoras temibles, pues se encuentran entre las especies más destructivas del mundo. Las especies de hormigas invasoras tienen una gran variedad de impactos negativos fuera de sus hábitats nativos. Entre ellos, destacan daños en infraestructuras, como equipos eléctricos, causando incluso incendios por medio de cortocircuitos; efectos negativos para la salud humana, que pueden ser de importancia médica debido a las picaduras de ciertas especies; o daños sobre la producción agrícola. Además, las invasiones de hormigas pueden alterar gravemente los ecosistemas al cambiar la composición de especies de hormigas autóctonas por competencia y depredación, disminuyendo las poblaciones de otros artrópodos, anfibios, reptiles, mamíferos y aves (hasta llegar incluso a su extinción), modificando los ciclos de nutrientes o disminuyendo la polinización.

Un buen ejemplo es el de la hormiga argentina (Linepithema humile), distribuida por todo el mundo y considerada una de las cien especies invasoras más dañinas. Fue introducida en Azores y Madeira en el siglo XIX y XX, respectivamente y esto provocó numerosas plagas en los cultivos agrícolas insulares porque las susodichas cuidaban de las plagas de los cultivos (pulgones) como si fueran su propio ganado. Las hormigas protegen a los pulgones de sus depredadores naturales y parásitos a cambio de unas gotas de la melaza azucarada que estos producen, lo cual resultó en un aumento de las plagas, con el consiguiente impacto sobre las plantaciones.

Tirando del lenguaje universal: el dinero. ¿Te has parado a calcular el coste económico provocado por el impacto de estos caballos de Troya que hemos introducido en numerosos lugares del planeta? Recientemente se publicó en la revista ‘Biological Invasions’ un estudio internacional liderado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas que contesta a esta pregunta. Un equipo científico de España, Australia, Francia, Marruecos, Italia, República Checa, India, Kuwait y Japón colaboró en este trabajo para estimar que el coste alcanza nada menos que los 46.000 millones de euros desde 1930, y que su impacto se concentra fundamentalmente en el sector de la agricultura y el bienestar social. Estas conclusiones se obtuvieron a partir de la información de InvaCost, la primera base de datos que compila los costes económicos asociados con invasiones biológicas en todo el mundo.

Obrera de Messor barbarus transportando una semilla.
Obrera de Messor barbarus transportando una semilla.
Daniel Sánchez García

Sin embargo, en este planeta cambiante, donde la pérdida de biodiversidad está a la orden del día, los organismos que benefician a la sociedad humana y favorecen nuestro bienestar deberían de ser de especial interés y, por este motivo, debemos volver a hablar de hormigas, porque los servicios ecosistémicos que nos prestan son muy numerosos y solemos pasarlos por alto. Estos pueden englobarse fundamentalmente en cuatro categorías: servicios de regulación, de apoyo, de aprovisionamiento y culturales.

Son reguladoras de los procesos de los ecosistemas o de aquellas características intrínsecas que les hacen mantener su integridad. Las hormigas desempeñan un papel clave en la regeneración y el funcionamiento de los ecosistemas como resultado de las numerosas relaciones que mantienen con gran variedad de plantas y animales con los que comparten el hábitat. Por ejemplo, la recolección y el consumo selectivo de las semillas de ciertas plantas por parte de las hormigas afecta, en cierto modo, a la abundancia y la distribución de las poblaciones de estas especies. Como no todas las semillas llegan al hormiguero y muchas se pierden por el camino, contribuyen de forma indirecta a su diseminación. Otro buen ejemplo es la polinización, una actividad que asociamos fundamentalmente a abejas y mariposas y de la que las hormigas también participan.

Obrera de Cataglyphis humeya polinizando sobre una flor de Aphodelus sp.
Obrera de Cataglyphis humeya polinizando sobre una flor de Aphodelus sp.
J. Manuel Vidal-Cordero

Sí, las hormigas también polinizan

El pequeño tamaño de las hormigas en comparación con el de las flores, sus hábitos de limpieza, que implican quitarse los granos de polen de encima, la ausencia de alas en las obreras con las que facilitarían la dispersión del polen y la producción de sustancias antibióticas que hacen peligrar la vida del polen son las principales razones por las que las hormigas siempre han sido consideradas polinizadoras secundarias. Sin embargo, en la naturaleza existen más de 40 especies de plantas pertenecientes a 20 familias diferentes en las que se han descrito casos de polinización por hormigas.

En general, la polinización suele ser efectiva siempre que en el proceso haya implicado un elevado número de hormigas y las visitas a las flores sean frecuentes, algo relativamente fácil de conseguir dada la gran abundancia y ubicuidad de las hormigas. Además, existen especies de plantas que se han especializado en ser polinizadas por hormigas. Estas plantas reúnen una serie de características, como ser postradas o de pequeño porte, tener flores abiertas y pequeñas, con néctar accesible a insectos de lengua corta, con poco polen, ser de hábitats abiertos y secos, entre otras. Estas características básicas se han agrupado bajo la expresión de síndrome de polinización por hormigas, adoptada por el ecólogo James C. Hickman en 1974. Todo esto nos recuerda que no se pueden hacer generalizaciones que descuiden la importancia, pese a ser secundaria, de las hormigas como polinizadoras.

Muchas especies de hormigas no solo se alimentan de productos de plantas, y esto implica hábitos carroñeros y de depredación. Gran número de especies constituyen eficaces sistemas de limpieza de la naturaleza, retirando los cadáveres de animales de pequeño porte o bien participando en las primeras etapas de descomposición de los cadáveres de animales de mayor tamaño. Otras especies depredan sobre diversos animales, jugando un importante papel en el equilibrio de las comunidades de artrópodos detritívoros que viven en el suelo y de los insectos herbívoros que viven en las plantas. Pero en la naturaleza, se come tanto como se es comido; las hormigas no son ninguna excepción a esta regla y forman parte de la dieta de un amplio abanico de animales. Desde invertebrados hasta vertebrados como los conocidos osos hormigueros, pasando por una gran diversidad de sapos, lagartijas, lagartos, pájaros, micromamíferos, etc.

Obreras de Cataglyphis hispanica haciendo labores de mantenimiento del hormiguero.
Obreras de Cataglyphis hispanica haciendo labores de mantenimiento del hormiguero.
J. Manuel Vidal-Cordero

Los servicios de apoyo son necesarios para mantener las otras formas de servicio de los ecosistemas, que incluyen sus funciones. Muchos de los servicios de apoyo que las hormigas nos brindan son fruto de la vida en el suelo por parte de muchas especies. Su efecto sobre él se deja notar en sus propiedades físicas e incluso químicas. Aquellas especies que construyen nidos subterráneos participan en la creación de nuevos estratos de perfil del suelo, aumentan la porosidad facilitando la aireación y la permeabilización del agua; aumentan la consistencia de los agregados del suelo, influyendo también en la disponibilidad de agua y nutrientes y en la actividad microbiana; también enriquecen el suelo en nutrientes como resultado de la recolección y acumulación de alimento y desechos. 

No es de extrañar que a las hormigas se les haya otorgado el título de ‘ingenieras de los ecosistemas’. Además, su gran sensibilidad a los cambios ambientales las hace, junto con otras características propias de su biología, buenas indicadoras de la salud de los ecosistemas y son muchos los trabajos científicos que utilizan las hormigas como bioindicadores para evaluar el impacto de perturbaciones tanto naturales como producidas por el ser humano.

Por último, en el ámbito de la cultura, las hormigas están presentes en textos antiguos como la Ilíada, el Talmud, la Biblia y el Corán, así como en obras literarias como ‘Waden’ o ‘El imperio de las hormigas’. Sin olvidar la incorporación de las hormigas a la gran industria cinematográfica con títulos tan sonados como ‘Them!’, ‘Empire of the ants’ o ‘Antz’, entre otros. Servicios esenciales para el bienestar del ser humano, pues estimulan la identidad cultural y espiritual.

Por otro lado, los servicios de aprovisionamiento contemplan el uso de las hormigas como recurso alimentario. Sí, querido lector, la entomofagia va a llegar, de hecho, ya ha llegado en muchos lugares con la ingesta de las hormigas fritas colombianas, las dulces hormigas mieleras mexicanas o las ácidas hormigas del limón de las selvas sudamericanas.

Nuevas aliadas en la lucha contra el cáncer

Las hormigas también son proveedoras de servicios biomédicos derivados de desarrollos biotecnológicos y productos farmacéuticos. La inmunoterapia desarrollada para las reacciones anafilácticas mortales que resultan de las picaduras de ciertas especies de hormigas a partir del propio veneno de hormiga es buen ejemplo de ello.

Pero si hoy en día existe un desafío médico importante es la detección del cáncer y los métodos disponibles para lograrlo. Un equipo de científicos del CNRS, la Université Sorbonne Paris Nord, el Institut Curie y el Inserm han demostrado en un estudio publicado en marzo de 2022 en ‘iScience’ cómo se entrena a una especie de hormiga (Formica fusca) a detectar el cáncer, condicionándola para asociar el olor de las células cancerosas con una recompensa. Esta especie de hormiga es capaz de discriminar entre células sanas y células cancerosas y entre dos líneas cancerosas. La discriminación se basa en la detección por parte de las hormigas de unos compuestos orgánicos volátiles que son específicos de las líneas celulares. Se demuestra, por tanto, que las hormigas representan una herramienta de detección rápida, eficiente, económica y altamente discriminante para la detección de compuestos volátiles de células cancerosas.

No podemos saber a ciencia cierta si la desaparición de todas las especies de hormigas acabaría con la existencia del ser humano, no obstante, los servicios que nos brindan son tan sumamente importantes que el planeta que habitamos sería muy diferente al que conocemos en la actualidad sin estas pequeñas cosas que dirigen el mundo.

J. Manuel Vidal-Cordero Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC)

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