Hay reacciones que pueden costar muy caras, incluso la vida. Y si no que se lo pregunten a los dos operarios que a punto estuvieron de perderla por el enfado de una vecina de un rascacielos de Bangkok (Tailandia) porque no le habían avisado de los trabajos en la fachada del edificio. Tal fue su malestar que cortó la cuerda de seguridad de los dos pintores que trabajaban en la fachada y los dejó colgados a varias decenas de metros de altura.  

La mujer se puso tan furiosa al verlos frente a su ventana en el piso 21 que les cortó la soga de sujeción. Los trabajadores no notaron nada hasta llegar al piso 30 para reparar una grieta. Fue entonces cuando se dieron cuenta de que llevaban más peso del habitual y vieron que la mujer les había cortado la cuerda.

Los trabajadores pudieron descender hasta la planta 26 del edificio y pidieron auxilio a unos vecinos que, por suerte, estaban en casa a esa hora y les abrieron la ventana para ponerlos a salvo. De no haber estado en su domicilio,  podrían haber caído al vacío.

Aunque la mujer negó los hechos y aseguró que no quiso matar a los dos hombres, en la cuerda se encontraron restos de su ADN, por lo que se enfrenta a cargos por intento de homicidio y destrucción de la propiedad.  Asegura que fue un acceso de ira y que nunca quiso matar a los dos hombres.

Aunque la vecina se quejaba de que no se le avisó de las obras, el papel con el aviso de las mismas estaba puesto en diferentes lugares del edificio, en el portal y en varias plantas.

Los pintores, milagrosamente, han vivido para contarlo y no sufrieron ni un rasguño, pero sufrieron un susto de muerte que será difícil que puedan olvidar.