Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Billete al futuro

Vivir sin miedo... con parásitos en el cerebro

Acaba de ser descubierto un parásito que anula el miedo. Si un ratón no huye del gato, pone en riesgo su vida. ¿Para qué podríamos querer vivir sin miedo?

Toxoplasma gondii.
Toxoplasma gondii.
PIERRE-MEHDI HAMMOUDI, DAMIEN JACOT

El presente: del gato al ratón

Un descubrimiento alucinante, de ciencia ficción. No cabe definirlo de otra forma. ¿Cómo referirse si no a la existencia de un parásito que anula o elimina el miedo?

Pues eso es precisamente lo que han descubierto investigadores de la Universidad de Ginebra (Suiza): que el parásito unicelular Toxoplasma gondii, muy común en los gatos, al saltar e infectar a ratones, elimina en estos el miedo al felino. El parásito en cuestión, propio de los gatos, se reproduce en su aparato digestivo y puede infectar a otros organismos que entren en contacto con sus heces. Una vez dentro de su nuevo huésped, los parásitos se extienden por todo el cuerpo hasta alcanzar el cerebro, donde forman quistes que provocan un cortocircuito o bloqueo en la región que regula y controla la percepción del miedo y dispara las señales de alerta o amenaza. En el caso concreto de los ratones del estudio, esto se traducía en que los ejemplares infectados no huían de sus predadores naturales ni percibían como una posible amenaza la presencia de objetos extraños en su recinto –al contrario, en ambos casos se acercaban a curiosear, investigar y husmear–.

Y no queda ahí la cosa, porque las personas, especialmente aquellas que conviven o tienen gatos como mascotas, también pueden ser infectadas por el Toxoplasma gondii –aunque, hasta donde se sabe, de forma más leve que los roedores–. Y algunos estudios apuntan incluso a una conexión entre la presencia de este parásito en humanos y una mayor propensión a conductas arriesgadas y suicidas; además de con trastornos mentales como la esquizofrenia.

El futuro: de los soldados ‘valientes’ a los enfermos terminales

Año 2100. Ya es oficial. La Agencia Mundial del Medicamento y otros Tratamientos Farmacológicos ha aprobado el empleo del parásito genéticamente editado Toxoplasma gondii 3.0 en humanos. Se trata de la última evolución del conocido como ‘gusano del miedo’ prescrito desde hace décadas en diversos campos y con variopintos usos.

Como casi siempre sucede en estos casos, las primeras aplicaciones en humanos fueron con fines militares, para crear soldados ‘valientes’ y dispuestos a tomar y afrontar las decisiones y actos más arriesgados sin atisbo de duda o miedo. De forma casi simultánea, en la sociedad civil su primer uso fue como medida de gracia para los condenados a muerte. Después llegaría su aplicación en astronáutica, conforme las misiones espaciales se prolongaban en el tiempo y cada vez se viajaba a destinos más lejanos, lo que incrementaba la sensación de vértigo y el riesgo del ‘no retorno’. Y luego, progresivamente a los distintos cuerpos de seguridad y atención en situaciones de riesgo: desde equipos de rescate a bomberos o fuerzas del orden especializadas. Mientras tanto, en la sociedad civil se comenzaba a aplicar con enorme éxito como terapia antifóbica: para anular el miedo a volar, a las alturas, a los espacios cerrados, etc.

Y así llegamos a esta nueva versión, que ha sido específicamente diseñada como tratamiento complementario para enfermos terminales, para anular el atávico miedo del ser humano a la muerte. A tal efecto, el nuevo modelo ha sido diseñado para, además de cortocircuitar la región del cerebro en la que se produce la sensación de miedo, estimular los centros del placer. Con el propósito de que las últimas horas del paciente no resulten un padecimiento, sino que transcurran de forma placentera o al menos plácida. En realidad, y aunque esto ya es una afirmación extraoficial, una sospecha o directamente una teoría conspiratoria, según la credibilidad concedida a la fuente, al parecer este nuevo uso se valora también como una suerte de ‘ensayo piloto’ para la futura implantación de una edad límite de vida –se habla de 120 años– tras la cual los individuos, siempre voluntariamente, se sometan a una muerte asistida para dejar paso, sitio, espacio y recursos suficientes a las siguientes generaciones.

Lo que no es un rumor, sino una innegable realidad, es la existencia de un lucrativo mercado ilegal del parásito para dopaje de deportistas ‘extremos’ como pilotos de carreras o luchadores. Un mercado sostenido y alentado por los cada vez más poderosos servicios de apuestas deportivas ‘online’.

-Ir al suplemento Tercer Milenio

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión