entrevista

Javier Bourrut: "El docente debe ser paciente, empático y trabajador"

Javier Bourrut-Lacouture, profesor del Lycée Français Molière de Zaragoza, aboga por implementar en el aula metodologías más prácticas que, aunque requieren más tiempo, "son interiorizadas más significativamente por los alumnos".   

A Javier Bourrut-Lacouture, que desarrolla su labor docente en el Lycée Français Molière de Zaragoza, la interrelación con sus alumnos le hace "crecer como persona"
A Javier Bourrut-Lacouture, que desarrolla su labor docente en el Lycée Français Molière de Zaragoza, la interrelación con sus alumnos le hace "crecer como persona"
Aránzazu Navarro

Para entender un centro escolar, su esencia, su particular idiosincrasia, son necesarias muchas miradas. Javier Bourrut-Lacouture (Zaragoza, 1981) tiene la fortuna de haber sido alumno en la misma escuela en la que trabaja.

¿Dónde estudiaste?

Cursé toda mi escolarización en el Lycée Français Molière. En la Universidad de Zaragoza estudié Magisterio de Lengua Extranjera Francés. El año pasado realicé además el Máster de Profesorado de Secundaria y conseguí las habilitaciones de Historia y Geografía para secundaria.

¿Cuándo empezaste a trabajar?

Antes de dedicarme plenamente a la educación estuve un tiempo apuntado a una empresa de trabajo temporal, realizando trabajos muy diversos, precarios, en hostelería, fábricas, etc., de los que aprendí, sobre todo, que no me gustaría dedicarme a ellos el resto de mi vida. No me llenaban de ninguna manera. Desde que trabajo como maestro, me apasiona mi oficio y la interrelación con los alumnos me hace crecer como persona. Empecé a trabajar en el Lycée Français Molière en 2007. En estos doce años he dado clase en todos los niveles de primaria y, este curso, he empezado también en 3º de la ESO.

"El sistema francés se basa más en la reflexión de
los alumnos"

¿Qué te atrajo de la enseñanza?

Fue la insistencia de mi madre, también maestra, la que me empujó a tomar este bonito camino. Me encanta mi trabajo y me esfuerzo por hacerlo bien.

¿Qué es Mission laïque?

La Mission laïque es una asociación sin ánimo de lucro que trabaja para difundir el idioma y la cultura francesa, creando y administrando escuelas fuera de Francia. Actualmente tiene 112 establecimientos, en 39 países, escolarizando a más de 60.000 alumnos.

¿Cuántos alumnos asisten al Molière?

Ahora tenemos 1.157 alumnos desde educación infantil (2 años) a 2º de bachillerato. Aproximadamente un 15% del alumnado son franceses. El resto son españoles. Cuando yo estudiaba éramos 300. Un gran cambio sin duda. Yo empecé en 3º de infantil en el Collège Molière de la carretera de Logroño. Era un colegio muy pequeño –aunque a mí me parecía enorme– del que guardo muy buenos recuerdos.

"En el mundo globalizado en el que vivimos resulta fundamental acercar a nuestros alumnos a otras culturas"

¿Siguen el programa francés o el español?

Al tratarse de un colegio francés en España, se sigue el programa francés pero con el complemento de la asignatura de Lengua Española y Cultura Española exigida por el Ministerio de Educación. Cumpliendo con estos requisitos, los estudiantes del Molière tienen homologada la doble titulación.

Bourrut-Lacouture, en el aula con sus alumnos de primaria
Bourrut-Lacouture, en el aula con sus alumnos de primaria
Aránzazu Navarro

¿Cuáles son las principales diferencias entre el sistema educativo francés y el español?

El sistema francés se basa más en la reflexión de los alumnos, en la búsqueda de información, en entender el porqué de las cosas más que en la memorización. Los alumnos manipulan, experimentan y trabajan en los cuatro laboratorios a partir de 6º de primaria. En infantil trabajan a través de proyectos pedagógicos. Esa metodología sitúa al alumno como protagonista de sus aprendizajes.

Además del bilingüismo, ¿qué encuentran los estudiantes en el Molière?

Son muchas cosas. Partiendo de mi experiencia personal en el Lycée Français Molière tenemos la suerte de acoger a los alumnos desde los 2 años y acompañarlos hasta las puertas de la universidad. El trato es muy cercano, pese a que el número de alumnos no deja de aumentar, lo cual es buena señal. Además, como decíamos, el sistema educativo francés favorece la reflexión, es decir, la búsqueda de ciudadanos que comprendan el mundo que les rodea y puedan incorporarse a él de la manera más preparada posible.

"La innovación es adaptar las metodologías a nuestra sociedad siempre en movimiento"

Supongo que los alumnos viajarán a Francia…

Sí. Desde muy pequeños, a partir de 3º de infantil, acompañamos a nuestros alumnos a diversos viajes pedagógicos en los que viven experiencias únicas, conviviendo con sus compañeros, ganando autonomía, descubriendo nuevas culturas, etc. Tenemos también un amplio programa de movilidad en secundaría que permite a nuestros estudiantes realizar intercambios con Francia, Estados Unidos, Egipto e Italia. Todo ello les ayuda a madurar y a desarrollar una personalidad abierta y tolerante. En el mundo globalizado en el que vivimos resulta fundamental acercar a nuestros alumnos a otras culturas.

Esto exige a las familias un gran desembolso económico…

Es una inversión muy importante en la educación de sus hijos y nuestras familias lo saben. Han elegido nuestro centro, y permanecen en él 15 años, porque comparten nuestra forma de aprender y educar.

¿Cómo es el perfil de los trabajadores del Molière?

El perfil es muy variado: funcionarios franceses, profesores españoles, ingleses o americanos. Por encima de todo, destacaría la inmensa dedicación de todos los trabajadores del centro que se vuelcan en su trabajo favoreciendo un clima sano y agradable.

¿Qué es para ti la innovación?

La innovación educativa es adaptar las metodologías a nuestra sociedad siempre en movimiento. Buscar nuevas formas de trabajar con los alumnos, de acercarles la información, de procurar estimular su motivación, de hacerles partícipes de su aprendizaje.

Cada vez en nuestras escuelas abarcamos más ámbitos de trabajo, pero, ¿hemos descuidado algo importante?

"Deberíamos dedicar más tiempo a los alumnos de forma individual"

Deberíamos dedicar más tiempo a los alumnos de forma individual. No hablo solo de los alumnos con necesidades específicas de apoyo educativo, sino de las necesidades individuales de cada uno de nuestros alumnos.

¿Los profesores reciben durante su formación la capacitación precisa para dar respuesta a esos retos?

La formación inicial sirve para empezar a trabajar. Además, un docente debe reunir algunas cualidades: tener sentido común, ser paciente, empático y trabajador, entre otras muchas cosas.

¿Y la formación permanente?

Debemos ser conscientes de que nuestra profesión requiere que nos formemos permanentemente, y esto es una tarea personal, que exige una inversión de tiempo no lectivo. Si realmente se quiere dar respuesta a los retos que tenemos planteados es necesario una formación continua tanto en cursos profesionales, como en un trabajo personal de autoformación. No podemos quedarnos de brazos cruzados esperando que esos cursillos de formación nos resuelvan la papeleta.

¿Qué retos destacarías de la educación presente?

Implementar metodologías más prácticas que, aunque requieren más tiempo, son interiorizadas más significativamente por los alumnos. Que los alumnos sean protagonistas del proceso de enseñanza-aprendizaje es nuestra preocupación de cada día en el Molière. Por eso ser profesor es un gran reto, y por eso, es una gran profesión.

El docente con sus alumnos de primaria en el Lycée Français Molière de Zaragoza, donde él también estudió.
El docente con sus alumnos de primaria en el Lycée Français Molière de Zaragoza, donde él también estudió.
Aránzazu Navarro

Aquella escuela tan especial

El primero de marzo de 1985 miré, por primera vez, el mundo desde el otro lado de los pupitres. Mi compañera de Magisterio Pilar Giménez García y yo dejamos de ser alumnos y nos convertimos en maestros. Tuvimos la fortuna de hacer nuestras prácticas en el College Molière de Zaragoza. Enseguida supe que aquella escuela era especial. Estaba instalada en un chalé de la carretera de Logroño. Asistían niños desde los 2 años hasta ‘troisième’, el equivalente a primero de BUP. Los grupos eran muy reducidos y los profesores conocían a todos los niños. Además, era un colegio francés.

Se han pasado treinta y cuatro años de aquella primavera que fue, sin duda, una de las primaveras más espectaculares de mi vida. Inicié mis primeros pasos en el humilde y hermoso oficio de maestro. Por primera vez me sentí responsable de un grupo de niños. Aprendí mucho de Maryse y de Gisèle, dos excepcionales parvulistas que me inculcaron que los niños son siempre lo primero –"d’abord les enfants", repetía Célestin Freinet–, que lo fundamental es mirar a cada uno de ellos para saber qué necesitan en cada momento, que tenemos que ser pacientes y que hay que confiar en todos nuestros alumnos. Monsieur Etchegoyen, el director, se encargaba de dar la bienvenida a los niños a la escuela, de despedirles a la salida y de tomar café con los profesores. Jean Luc Guiraud, profesor de Matemáticas, Paul Chopin, de literatura, el matrimonio Neaud, Solange García, Maite Montañés, María José Gambón y madame Viviente, la profesora de español, completaban el claustro. Hélène era la secretaria de la escuela, José Dolader, el cocinero y Maribel, la auxiliar de las clases de preescolar. Me cautivó el clima de tolerancia y de respeto que presidía las relaciones entre maestros y escolares. Se nos acabó el curso casi sin darnos cuenta. Los niños lloraban al despedirse. Y los profesores, también. Ahora hace treinta y tres años que dicto dictados y sé que el maestro que fui, que el maestro que soy, le debe mucho a aquellas prácticas escolares que tuve la fortuna de hacer en el viejo Molière.

Por: Víctor Juan, director del Museo Pedagógico de Aragón y profesor de la  Facultad de Ciencias Humanas y de la Educación de la Universidad de Zaragoza.

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