Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Aquí hay ciencia

El hombre volador y las carreteras en el cielo

El inventor francés Frank Zapata ha logrado cruzar el Canal de la Mancha con su patinete volador. Si pronto todo el mundo quiere un 'flyboard', ¿habrá que hacer carreteras en el cielo de las ciudades?

En su segundo intento, el francés Franky Zapata, apodado ‘el soldado volador’, ha logrado cruzar el Canal de la Mancha a bordo de su ‘flyboard’ en veinte minutos, después de un breve alto a mitad de camino en un barco para repostar su máquina voladora con queroseno.

Lo primero que se ve en uno de los vídeos es que está haciendo sentadillas. Luego se ajusta el casco, se sube a su patinete volador y, cual Duende Verde contra Spiderman, Franz Zapata se lanza por el aire a más de cien kilómetros por hora hasta cruzar el Canal de la Mancha.

El ejercicio de mercadotecnia lo llama ya 'el hombre volador'. El patinete, de su invención, se conoce como 'Flyboard Air' y, de momento, no es demasiado fácil de pilotar: "Cuando vuelas con tu cuerpo”, dice Zapata, “incluso tus manos afectan la dirección en la que quieres ir. Sientes la turbulencia y el aire entre tus dedos. Es como convertirse en un pájaro. Pero también es muy difícil. Tengo que luchar contra el viento con mis piernas, lo que también es doloroso. No es tan tranquilo como parece”. Zapata calcula que son necesarias al menos cien horas de entrenamiento para poder pilotarlo y que no está exento de riesgos, pero esto es solo un primer paso.

El siguiente, según él no muy lejano, es “algo en lo que te podrás sentar, algo más fácil. No puedo hablar mucho de ello porque las patentes no están completadas aún, pero será algo que todo el mundo podrá manejar. Algo extremadamente pequeño y estable, algo que puedas coger para ir a comprar el pan cada mañana”.

¿Cómo funciona el patinete volador? ¿Tendremos carreteras en el cielo?

Cómo funciona

El patinete o, mejor dicho, la plataforma, se mueve gracias a cinco reactores que lleva incorporados. Utilizando queroseno como combustible -y que el piloto debe transportar en una mochila-, la combustión genera una salida de gases que permite desplazarse gracias a lo que se conoce como 'propulsión a chorro'. Según el principio de acción-reacción, o tercera ley de Newton, la salida va unida a un desplazamiento de la plataforma en sentido opuesto. Así se consiguen hasta 1.000 CV de potencia, una velocidad máxima de cerca de 200 km/h y una altura de hasta 150 metros. Aunque, por ahora, con una autonomía de únicamente 10 minutos. Zapata, de hecho, voló a unos 20 metros de altura y tuvo que parar a medio camino para repostar (no consiguió hacerlo en un intento anterior, que fracasó).

Además, hay toda una tecnología detrás de la estabilización: “Hay un sistema lógico que ayuda a estabilizar la máquina”, cuenta Zapata. “Es extremadamente difícil de estabilizar, no es solo mi equilibrio. Por ejemplo, utilizamos el mismo tipo de electrónica que se usa en un dron. El problema es crear los algoritmos, los algoritmos correctos para combinar la inteligencia de la máquina y la del cerebro”.

El invento es cosa suya, aunque ha contado con inversión militar. Más de un millón de euros ha aportado el ejército francés para terminar de desarrollarlo. Esa es una de las posibles aplicaciones, dicen, usarlo para asaltos o rescates (en el Día Nacional de Francia, durante el desfile de las tropas, Zapata hizo una demostración de la plataforma ante el presidente Macron, portando un fusil). Aunque Zapata se desmarca de sus usos: “Cuando decides tener un hijo, decides tener un hijo porque quieres. No decides tener un hijo porque será cirujano o abogado. Para nosotros es lo mismo. Cuando decidimos crear algo, lo creamos, y después simplemente seguimos los caminos por los que el proyecto puede ir”.

¿Y si todo el mundo lo quiere? ¿Y si hay una versión sencilla y accesible que todo el mundo quiere? Entonces “tendríamos que trabajar con el gobierno, trabajar con responsabilidad, en miles de cosas. Pero, ¿por qué no?”

Carreteras en el cielo

La ciencia ficción no siempre atrapa el futuro. Por lo menos no a tiempo. El patinete volador de 'Regreso al Futuro II' debería haber llegado al menos hace cuatro años y solo ahora empiezan a reproducirse los eléctricos. 'Blade Runner' tenía lugar en 2019, por lo que sus taxis voladores deberían estar ya aquí. Y las autopistas aéreas y verticales de 'Minority Report' no eran siquiera para vehículos voladores.

Pero, ¿y si todo el mundo quiere un flyboard, o su evolución, o algo que se le parezca? ¿Si en algún momento está disponible y todo el mundo lo quiere?

Ahora mismo el cielo ya tiene carreteras invisibles. Son las de los aviones. Vías aéreas a diferentes alturas que mantienen distancias de seguridad en varias dimensiones. Vías a las que se accede mediante sistemas de navegación y cuyo tráfico es además controlado cuando tiene lugar algún cruce, ascensos o descensos.

¿Habría que hacer carreteras en el cielo de las ciudades? En este momento hay cerca de veinte proyectos de vehículos aéreos, en general eléctricos. Aunque son prototipos, algunos ya se están probando, y hay compañías, como Uber, prometiendo su disponibilidad en menos de diez años. Más allá del problema de contaminación actual, los coches y sus enormes espacios reservados son un asunto de primer orden en las ciudades (la vida se abre paso cuando se eliminan). Desplazarlos (y reducirlos) hacia el cielo suena futurista, pero como la vida se abre paso también los ojos se hacen al paisaje. Como los suyos se han hecho al de toda esa gente leyendo en sus pantallas este y otros artículos.

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