Por
  • Alicia Asín

Cerebro de vacaciones

Guardamos toda nuestra memoria en el móvil.
Guardamos toda nuestra memoria en el móvil.
Oleg Magni by Pexels

Estás plácidamente abandonada en tu tumbona y el camarero trae el segundo mojito del día. Vas a pagar con el móvil pero el exceso de crema hace que se resbale de tus manos y caiga al fondo de la piscina. Siniestro total. ¿Cuántos números de teléfono, e-mails o citas de calendario serías capaz de recordar?

Este ‘outsourcing’ que hacemos del cerebro a nuestros dispositivos electrónicos se conoce como ‘amnesia digital’ y se alimenta tanto de la facilidad de tener un guarda-todo siempre encima como por la comodidad de conseguir a golpe de click cualquier dato que hayamos olvidado. La cantidad de información y estímulos a los que estamos sometidos ha crecido exponencialmente, al igual que la velocidad de respuesta exigida y nuestro cerebro busca ayuda para procesarlo todo.

Anoche veía en 80 minutos meses de discusiones entre Carlos I y Hernán Cortés -emisarios de ida y vuelta a la Nueva España mediante- y no pude evitar pensar que, ‘gracias’ a la tecnología, la persona promedio del siglo XXI tiene muchos más asuntos por resolver en su trabajo diario que los más altos dirigentes del XVI. De seguro ellos no corrían el riesgo de sufrir amnesia digital ni tampoco las consecuencias de las respuestas compulsivas -por mucho que Whatsapp ya permita arrepentirse de lo dicho-, y lo cierto es que viendo las escaladas de ira en ciertos hilos de correo hasta me alegro. El peligro no es que deleguemos nuestra memoria en el móvil, es que le hemos dado permiso para secuestrar nuestra mesura y reflexión.

Alicia Asín es cofundadora de Libelium.

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