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Inteligencia artificial, también en educación

Dicen que ha llegado para hacernos personas 4.0, es decir, mejores; y de su mano, la educación está llamada a experimentar una revolución sin precedentes en ese siempre complejo proceso enseñanza-aprendizaje.

Amelia, la interfaz de Inteligencia Artificial (IA) de la empresa IPSoft. Un software conversacional que resuelve las dudas de los clientes de la compañía
Amelia, la interfaz de Inteligencia Artificial (IA) de la empresa IPSoft. Un software conversacional que resuelve las dudas de los clientes de la compañía
Ipsoft/EFE

Inteligencia Artificial (IA), realidad virtual y aumentada... ya están aquí. Y han llegado para quedarse, para mejorar nuestras vidas y transformarnos en personas 4.0, es decir, mejores; y el ámbito educativo está llamado a ser uno de los más beneficiados por estas innovadoras tecnologías, dispuestas a revolucionar, sin duda, ese complejo proceso bidireccional de enseñanza-aprendizaje. Y, por eso, "cuanto antes las introduzcamos en las aulas, mejor; porque son herramientas que van a ayudar al objetivo principal: que los alumnos aprendan", afirma Rafael del Hoyo Alonso, responsable del Grupo de Big Data y Sistemas Cognitivos del Instituto Tecnológico de Aragón (Itainnova) y preparado para guiarnos por este todavía enigmático viaje al mundo de la IA.

El tecnólogo explica cómo su trabajo consiste en diseñar máquinas, programas de ordenador, "con capacidad de aprendizaje automático, de deducción, de contemplar la incertidumbre..., que resuelvan problemas muy complejos, hoy, solo resolubles por personas". ¿Algún ejemplo cotidiano? Lejos de los consabidos y esperados robots de las películas de ciencia ficción –‘Yo robot’ o los androides R2D2 y C3P0 de ‘La guerra de las galaxias’–, nos sorprende con el ‘Rumba’, el aspirador que es inteligente porque su software es capaz de evitar obstáculos o de encontrar la mayor concentración de suciedad; el coche autónomo, que conduce solo; o Google, el buscador que, "ademas de responder a tus preguntas, te ofrece un montón de páginas, relacionadas con esa información"; y más recientes: Alexa o Siri, asistentes de voz (‘chatbot’), que igual que ayudan a un niño a hacer los deberes –tiene hasta una ‘app’ enciclopedia–, si te descuidas, te piden cita en la peluquería. Más sofisticado y con aspecto humano es el avatar en 3D desarrollado en Itainnova para un proyecto educativo y que, de momento, se llama Pilar.

Plataformas ‘e-learning’

En el campo de la educación, la IA avanza imparable. "En estos momentos –apunta Del Hoyo– estamos desarrollando programas para ayudar a los docentes. Desde asistentes virtuales hasta cursos para plataformas ‘e-learning’", un campus virtual de aprendizaje para acceder a la formación ‘online’, a distancia. "Trabajamos con una compañía aragonesa para crear una máquina que genere esos cursos automáticamente; el docente solo tiene que retocar, matizar, verificar que todo está correctamente". ¿Y quién le proporciona los conocimientos a la máquina? "Internet –responde–. Tú le das el tema; la máquina busca contenidos dentro de la red y los adapta a tus necesidades". El docente puede introducir sus contenidos –en formato pdf, word, Power Point– "para orientar mejor a la máquina". "Se gana mucho tiempo y lo podemos aplicar a cualquier nivel, desde primaria hasta la universidad; además, el programa genera preguntas y ejercicios sobre el temario".

“El rol del docente no corre peligro,
al contrario, se trata de empoderarlo”

Pero, tranquilos... el papel del docente no corre peligro, al contrario, se trata de "empoderarlo"; al fin y al cabo, "el contenido siempre lo generarán las personas". "La forma de educar está cambiando –afirma Del Hoyo–. Ya no hablamos del profesor que da la clase magistral, sino del que genera contenidos de calidad y los ofrece de manera universal, a cualquier persona, en cualquier momento y en cualquier lugar". "Cambia el formato de consumo del contenido –continúa–, pero, al liberarse de tareas mecánicas y repetitivas, que harán las máquinas –que ya son capaces de generar y corregir exámenes–, el profesor tendrá más tiempo para aportar a sus alumnos el auténtico valor añadido: explicar mejor, buscar nuevas formas para que aprendan". Y, en este sentido, el investigador rompe una laza a favor de las redes sociales integradas en el aula, "por su capacidad para generar grupos de trabajo". "Antes –comenta– nos juntábamos en una casa para hacer un trabajo, ahora, un chaval de Zaragoza puede hacer ese trabajo con otro de China, que tiene una cultura totalmente diferente y, sin duda, enriquecedora". Y, de la misma manera que ahora acuden a Google o la Wikipedia para resolver sus dudas –las viejas enciclopedias ya son especie en extinción–, dentro de poco, los escolares recurrirán a su asistente o tutor virtual, en casa y en la escuela, para resolverlas, dispuesto a brindarles su apoyo las 24 horas del día.

Por supuesto, esta dinámica exige al docente una nueva mentalidad y una formación constante en nuevas tecnologías. Y,ojo, porque los chavales vienen pegando fuerte y son "plenamente digitales".

Pilar, el avatar de un programa de IA educativo, diseñado por el Grupo de Big Data y Sistemas Cognitivos de Itainnova
Pilar, el avatar de un programa de IA educativo, diseñado por el Grupo de Big Data y Sistemas Cognitivos de Itainnova
Guillermo Mestre

Tutores virtuales con corazón

De la mano de las nuevas tecnologías, la educación derriba las cuatro paredes del aula; se hace accesible para todos, plantando cara a las desigualdades sociales y, a la vez, avanza hacia un aprendizaje más personalizado, con herramientas, programas, que generan los contenidos y materiales que el alumno necesita en cada momento, para alcanzar su máximo potencial y desarrollo, para detectar y prevenir, incluso, el fracaso escolar, problemas de aprendizaje y de adaptación. Hablamos de máquinas, de programas que analizan no solo datos, sino también el comportamiento. Se avanza en el desarrollo del tutor virtual capaz adaptar el contenido de enseñanza al alumno, en función de determinados comportamientos. "El asistente inteligente tiene que deducir la tipología psicológica del niño; y, cuando este falla un ejercicio, reforzar ese contenido; y, por el contrario, si lo hace bien, avanzar", asegura.

"Ya hay ‘apps’ para detectar el acoso escolar o las tendencias de suicidio"

Y esto no es todo, porque, ahora, la IA también está atenta a nuestras emociones. Sirviéndose de una cámara, el asistente virtual puede detectar si el niño está triste o contento, si es feliz o está aburrido. "El análisis de las emociones es vital en el proceso educativo –argumenta Del Hoyo–;pero no solo el facial, sino también de lo que escribes, cómo, cuándo y dónde lo escribes, dentro de los foros o a través de las herramientas que utilizan los alumnos para trabajar. Y ya tenemos ‘apps’ que utilizan la IA para detectar el acoso escolar o ‘bullying’, casos de abusos de mayores a niños, tendencias de suicidio y otros problemas que puedan detectar".

Esta tecnología, que ya está aquí, "que no es ciencia ficción", insiste el experto, tiene muchísimas aplicaciones. Imaginemos, por ejemplo, un avatar en 3D, que hace compañía a las personas mayores que viven solas. "Ya no solo se trata de una máquina fría, sino que, además, busca el mimetismo con las personas. Sigue siendo una máquina, sí –afirma–, pero una máquina que busca comprender los sentimientos de las personas para intentar reducir la brecha entre hombre y máquina".

Un ‘chatbot’ en cada casa

De momento, este tipo de aplicaciones están en tránsito entre la investigación y la comercialización, pero pronto nos serán familiares y servirán para trabajar con menores, en comisarías... y las utilizarán psicólogos y docentes en la escuela. El responsable del Grupo de Big Data y Sistemas Cognitivos de Itainnova se atreve a hablar de tiempo. "Le doy un plazo de cinco años. A lo mejor, entonces, no tendremos todos un avatar en casa; pero, seguro, que tendremos un Alexa. De hecho, ha sido el regalo estrella de estas Navidades". Y dentro de 20 años... puede que nuestro asistente, nuestro mayordomo, sea holográfico.

El cambio, la adaptación de las escuelas a esta avanzada tecnología, evidentemente, será gradual. Ya se han hecho pruebas en un instituto aragonés y, de momento, eso de comunicarse con un avatar, por muy nativos digitales que sean, no parece pan comido. "Los chavales, al principio, lo ven muy interesante y divertido –aclara Del Hoyo–, pero les da miedo. No están acostumbrados a recibir así una lección; para ellos, todavía es un salto digital y mental muy grande". Está claro que el avatar en 3D aún lo ven como un juego, pero no como "una autoridad", como un docente que les puede explicar, que les puede ayudar.

Apariencia humana

Curiosamente, y cuando se esperaba todo lo contrario, dotar a un avatar de apariencia humana, en vez de despertar la empatía, en el ámbito de la educación provoca rechazo;por lo visto, "cuanto menos humano, más natural lo vemos", aunque, "poco a poco, esta tendencia irá revirtiendo". Tal vez, lo que nos da miedo es que la máquina se llegue a parecer tanto a nosotros que nos arrebate algo que consideramos solo nuestro.

Las cuestiones de género también importan y afectan a la imagen, por eso, Pilar, el avatar diseñado por el equipo de Itainnova, que trabaja en diferentes proyectos educativos y de márquetin, corre el riesgo de transformarse en un dibujo animado; y Alexa y Siri pronto tendrán una voz mucho más neutra.

Tan cerca pero tan lejos

Rafael del Hoyo no cesa de repetir que este tipo de tecnología "ya la tenemos", pero que, sin embargo, lo que parece tan cerca está, todavía, bastante lejos, "porque la educación es un sector en el que cuesta mucho introducir este tipo de herramientas" y, aunque parezca increíble, no es tanto "cuestión de dinero", que también, como "de mentalidad". Y plantea el siguiente dilema: "Si en un instituto hay que sortear un montón de barreras para conseguir un proyector, ¿cómo vas a pedir que pongan un avatar?". Además, la formación continua de los docentes es muy importante, por lo que les invita a salir de su "zona de confort" para sumarse a este cambio, que no representa una amenaza, sino una "gran oportunidad para progresar". Y se siente orgulloso de la época que le ha tocado vivir, porque dice que "vamos a ver una revolución nueva. La IA –concluye– va a cambiar la forma de trabajar, de actuar, de nuestro día a día. Y eso pocas veces pasa en la historia".

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