A mí también

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Siguen circulando demasiados tópicos sexistas.
Viticor

Querido diario: hoy ha sido un día terrible. En el trabajo me he aburrido muchísimo. A media mañana ya no sabía qué hacer y he llamado a mi amiga Pili. Hemos estado hablando media hora por lo menos, pero me ha servido para descargar un poco de presión. Está claro que no era mi día, ya que estaba de un humor de perros. Debe ser por esos días que tenemos las mujeres todos los meses que, no sé por qué, pero son malísimos. Pero ya se me ha pasado. No hay como una buena conversación con una amiga para despellejar a otra para reconfortar el ánimo.

Como me he puesto contenta, al acabar me he ido de compras. El otro día vi un modelito en una tienda que me encantó. No me hace ninguna falta pero, oye, qué quieres que te diga, un día es un día. Todas tenemos derecho a ponernos guapas y que nos miren los tíos. Además, después del vestido, me he ido a otra tienda a comprarme esas cosas nuevas que venden ahora que te ‘push-up’ lo que la edad y la ley de la gravedad hacen que vaya hacia abajo. Me niego a renunciar a sentirme joven tan pronto.

Como ya no tenía más tarjetas de crédito que maltratar, me he tenido que venir a casa. Antes he pasado un momento por el súper para comprar algo de comer, porque si tengo que esperar a que lo haga el maromo este que me ha tocado en suerte voy aviada. No distingue una pescadilla de un filete de lomo. Lo peor es que todo le sabe bueno y se come lo que ponga en cinco minutos, aunque yo haya estado en la cocina varias horas. Agradecido es, pero insensible como una piedra. Con decir que él me reconoce todo lo que hago ya tiene bastante. Y, para mi desgracia, yo también.

Lo de la colada ya es otro cantar. No sé cómo decirle que un calcetín negro en mitad de las camisas blancas es como fumar en una gasolinera. Lo sé cariño, me dice siempre, y afirma con cara de arrepentimiento que no volverá a ocurrir. Hasta la siguiente vez, claro.

Creo que mañana llamaré a mis amigas de la universidad para ver si podemos quedar para una juerga de mujeres, aunque hay que reconocer que juerga, lo que se dice juerga, no suelen ser. Nos tomamos un gintónic, o dos como mucho, y ya estamos diciendo bobadas. Sobre todo, Maruja, que se pone tonta al primer sorbo de ginebra. Que si fíjate que tío más estupendo hay en la barra. Que si ya me gustaría que el mío tuviera esa tableta. Pero al final nada de nada. Todas a casita que mañana hay que limpiar la casa. No sé, pero me parece a mí que las pelusas de polvo solo las vemos las mujeres. Voy a ir al oftalmólogo a que me diga cómo se puede una contagiar de ‘masculomiopía’, pues da la impresión de que solo los hombres la padecen, pero no parece una enfermedad que haga sufrir mucho.

La próxima semana tengo que ir a la peluquería, que llevo las puntas hechas un asco. No sé si cortarme el pelo o ponerme unas extensiones. Qué suerte tienen los hombres no teniéndose que preocupar por el pelo. Ellos llevan el mismo peinado toda la vida, los que no se quedan calvos claro, y no pasa nada. Nosotras, ni soñarlo. No es justo.

Ya ves querido diario que no ha sido un día muy bueno, pero parecido a ayer y tampoco espero que mucho peor que mañana.

¿Qué les ha parecido toda la colección de tópicos estúpidos y machistas que les he contado hasta ahora? Pues vean la gran mayoría de las comedias de televisión, ‘sitcoms’ como las llaman ahora, y escucharán esto y mucho más. Vayan a un bar y presten atención a, perdón por la mala educación de escuchar conversaciones ajenas, la charla de algún grupo de hombres, solos, solos por supuesto, y comprobarán que así es como nos definen muchos de ellos. Quizá lo peor de todo es que muchos jóvenes universitarios coinciden en la descripción de frivolidad absoluta que nos define a las mujeres. Y para rematar la faena, los hay que confían en aquellos que niegan esta situación y les otorgarán su voto. El camino hacia la igualdad real es largo y no ha hecho más que empezar.

Si a ustedes todo esto les parezca repugnante, a mí también.

Ana Isabel Elduque es catedrática de Química Inorgánica #en la Universidad de Zaragoza

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