Tercer Milenio
En colaboración con ITA
El libro electrónico, un invento de doña Angelita
Ángela Ruiz Robles patentó el procedimiento mecánico, eléctrico y a presión de aire para lectura de libros, que se asemeja conceptualmente a las actuales tabletas digitales.
He invertido siete kilos y medio en la educación de mi hijo para este curso. Pero no me refiero a siete millones y medio de euros sino, literalmente, a los kilogramos que pesa su mochila del instituto. La imagen del niño con la espalda doblada y la mochila es tan antigua como queramos imaginar. Pero ya en los años cuarenta, una maestra llamada Ángela Ruiz Robles, conocida como doña Angelita, puso todo su ingenio en aliviar a los alumnos de tan pesada carga. Literal y metafóricamente hablando, pues buscó alternativas a un sistema educativo caduco, obsoleto y al margen de la tecnología de la época. Tanto es así que es considerada la precursora del libro electrónico.
Maestra, pedagoga e inventora
Ángela Ruiz Robles nació en Villamanín (León) en 1895. Cursó estudios para maestra, y empezó a dar clases de taquigrafía, mecanografía y contabilidad mercantil. En esa época, y a la edad de 21 años, ideó un nuevo sistema de taquigrafía que ella misma perfeccionaría y desarrollaría más tarde. Gozó de una gran reputación en todos aquellos centros donde dio clase, y era conocida por sus esfuerzos por enseñar de manera más pedagógica, usando a veces métodos poco ortodoxos para la época.
De profundas convicciones religiosas, por las noches daba clases particulares a personas analfabetas, siempre de manera desinteresada. Creó también su propia academia, en la que daba clases a chicos y chicas que se habían quedado sin empleo en la posguerra, para que pudieran acceder a estudios superiores o aprobar oposiciones. Dicha academia sería un foco cultural y social en El Ferrol de la época en el que, por ejemplo, se leía a personas analfabetas las cartas que recibían de sus familiares emigrados.
Trabajadora incansable, llegó a escribir 16 libros de texto sobre diferentes materias, intentando siempre innovar en nuevas formas pedagógicas de transmitir los conceptos. Emprendedora, llegó a fundar su propia editorial. Pero, fundamentalmente, a doña Angelita le debemos tres inventos: el libro mecánico, el atlas gramatical y la enciclopedia mecánica.
El Libro Mecánico
En 1949 doña Angelita patentó el procedimiento mecánico, eléctrico y a presión de aire para lectura de libros, que se asemejaba bastante a lo que hoy entendemos como una tableta digital. La invención consistía en unas láminas con las que el estudiante podía interactuar. Por ejemplo, una de las láminas tenía un cerdito tocando la flauta, con diversas frases sobre el mismo que el estudiante podía tocar para que se iluminaran. En su patente aparece lo que hoy llamamos enlaces (o hiperenlaces) de internet. Tocando sobre las frases, la inventora proponía que se mostrara más información sobre el tema en otra pantalla. Ruiz Robles pretendía de esta forma proporcionar una forma más interactiva para la enseñanza. Hasta tuvo en cuenta aspectos como la iluminación del dispositivo y la accesibilidad mediante lentes de aumento (el zoom actual).
Desgraciadamente el libro mecánico no se llegó a fabricar. No pudo encontrar el apoyo ni el dinero necesario para ello.
El Atlas Gramatical
Ángela Ruiz Robles concibió en los años cincuenta un desplegable en papel, organizado en resúmenes y enlaces que llevaban de unas materias a otras, relacionando ortografía, morfología, fonética y sintaxis como si fuera un atlas. Este atlas, y una mejora posterior, fueron impresos y admitidos oficialmente por la Real Academia Española y el Ministerio de Educación.
La Enciclopedia Mecánica
En 1961 Ángela Ruiz Robles patentó la denominada enciclopedia mecánica, un artilugio que se considera el precursor de los libros digitales (ebooks). Sustituía el papel impreso por un sistema de bobinas que contenían el material a visualizar, desplazando los mismos con el dedo. El continente era un maletín que permitía el almacenaje de las bobinas y disponía hasta de espacio para incluir medios sonoros, así como de una zona para pequeñas anotaciones que se podían borrar.
Nuevamente sus intentos fueron infructuosos y la idea no pasó de ser un prototipo. Se analizó la viabilidad comercial del mismo, con un precio de venta asequible, de entre 50 y 75 pesetas, pero no se consiguió la financiación adecuada (ni pública ni privada) para su fabricación.
Ruiz Robles recibió múltiples reconocimientos y galardones en vida, pese a no poder ver su gran invención llevada a la práctica. Murió en 1975. Wikipedia y el artículo dedicado a ella llegaría décadas más tarde.