Poesía

César Brandon, ganador de la tercera edición de 'Got Talent España'
La poesía gana 'Got Talent'
Mediaset

Dejo de lado la riada, por impotencia. Y la guerra en Siria, con siete años de doloroso y vergonzante despropósito internacional, con la "misión cumplida" de Trump, porque no aguanto ni una imagen más de bombas con gas y niños destrozados que me convierten en un mar de lágrimas. Dejo, también, la alerta que el FMI lanza a España de que para 2050 sólo habrá la mitad de los trabajadores por el envejecimiento de la población, y recomienda evitar las prejubilaciones y abrirse a la mano de obra extranjera. Paso de los líos de la fiebre de titulitis de los políticos, como si fueran a ser mejores, porque al descrédito por la corrupción se une ahora el deshonor por la mentira que lo enfanga todo, que nos enrabia a quienes intentamos inculcar a nuestros hijos –a los que sacamos con gran esfuerzo–, el sentido de la honestidad y del deber. Y, sobre todo, de eso llamado ‘bien común’. Todo por el poder, por un puñado de votos que nos volverán a pedir .

Hace tiempo que empiezo a decirme que prefiero vivir en la inopia, hablar con mi gente del tiempo o de mis huesos o de recetas de comida o de cómo me gustaría seguir toda la vida con mis cañas y ‘gin-tonic’ con mis amigas, como veo a estas señoras fantásticas en sus aperitivos, sus comidas; o de cómo sigo soñando con una buena Primitiva con la que comprar ese ático con terrazón que veo cada día cuando vengo a trabajar (y tener en la puerta de al lado a mi familia). Pero resulta imposible, porque cuando el máster de Cifuentes o la aburrida pesadilla de esa Cataluña –que es como nuestra– se meten en la barra del bar, ya todo es imposible y se hace una gran bola en la que todos somos sospechosos. Por eso, cuando me entero de que la poesía de un estudiante de Guinea Ecuatorial gana un concurso de televisión lleno de cantantes, frikis y listos muy listos, me digo que en el mundo aún hay magia.

Porque no es sólo lo que escribe César Brandon, es cómo lo escribe, cómo lo recita, cómo lo siente y cómo lo transmite. Una sensibilidad que me reconcilia con todo. Porque veo que aún es posible el buen sentido del corazón.