Prefiero 'Los peces'

Fernando Aramburu
Fernando Aramburu gana con 'Patria' el premio de la Crítica
Efe

Al margen de su valor cinematográfico, la mayor parte de la opinión pública española apreció en la película ‘Ocho apellidos vascos’ un fenómeno saludable y liberador. A mí, en cambio, me pareció que banalizaba el terror totalitario y la ideología que lo sustenta. Algo semejante me sucede cada vez que en un programa de humor de la televisión pública aragonesa aparecen dos personajes encapuchados, activistas de un comando. Ahí dejo de reírme y cambio de canal. Anticipo estos ejemplos para mostrar la herida por la que respiro y que así se entienda mejor lo que pienso de ‘Patria’, la novela de Fernando Aramburu, aunque sea un caso muy diferente a los referidos.

Hay razones para afirmar que ‘Patria’ ofrece una visión lúcida y compasiva, que no complaciente, del trasfondo social y psicológico de la opresión etarra y del sufrimiento que esta ha infligido e inflige a víctimas y verdugos. Tales razones han llevado a la consideración de que estamos ante el relato definitivo que necesitábamos. Sin embargo, pese a sus méritos, a mí me parece que, para acercarse a este fin, la imagen ofrecida tendría que ser mucho más comprensiva. ‘Patria’ muestra solo una parte del paisaje del dolor. En concreto, la parte vasca. De haber pretendido articular una versión más auténtica y significativa, el autor no hubiera trazado una división tan rotunda entre lo vasco y lo no vasco.

Se trata de una frontera humana, ya que en ‘Patria’ solo sufren personas vascas, y también espacial, pues más allá de Euskadi la opresión se convierte en un eco. De ahí el homenaje que hace Aramburu a la Zaragoza de su juventud, presentándola como paradigma de la tolerancia, ilusamente libre de las bombas y de los disparos a bocajarro que segaron tantas vidas. Por ello, prefiero la visión del mismo autor en ‘Los peces de la amargura’, cuyos relatos reflejan también el sacrificio de quienes no tienen apellidos vascos. Solo la mitad de los míos lo son y quizás por eso no logro separar lo vasco de lo que no lo es.