Hace ya cuatro años, el profesor Castells afirmaba que la transformación de la política italiana a partir de la irrupción del Movimiento Cinco Estrellas tenía sus raíces en la autonomía del espacio de internet para organizar un híbrido de movimiento social espontáneo, liderazgo carismático y redes sociales en la red. En estos últimos años, hemos visto que en el firmamento de internet aparecían estrellas pero también inquietantes agujeros negros. Si internet nació como instrumento de libertad, en los últimos tiempos hemos visto que en lugares como Macedonia surgían como hongos páginas webs a favor de la candidatura de Trump. O que las mismas terminales rusas que las inspiraban actuaban contra los intereses europeos en el ‘brexit’ o interferían en el caos del independentismo catalán. El poder de las redes puede usarse para el progreso social o para intereses espurios. La vigilancia de la UE, el refuerzo de la legislación, el compromiso de las grandes compañías tecnológicas… son factores para luchar contra los abusos. Pero siempre, al final, la labor de los profesionales del periodismo quedará como el último dique contra la manipulación.