En la Unidad de Investigación en Cultura Científica (UICC) del CIEMAT (Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas) analizamos la relación entre ciencia y sociedad porque queremos contribuir a conseguir que la ciencia cuente con la sociedad y la sociedad se apoye en la ciencia. Creemos que la ciencia ciudadana puede ayudar a alcanzar este objetivo. Pero, ¿qué es ciencia ciudadana?, ¿cuál puede ser su alcance?

El White Paper on Citizen Science la define como la participación del público en general en las actividades de investigación científica cuando los ciudadanos contribuyen activamente a la ciencia, ya sea con su esfuerzo intelectual, su conocimiento o aportando sus herramientas y recursos. De acuerdo con la guía 'Citizen science for all. A guide for citizen science practitioners', elaborada por el equipo GEWISS de Alemania, un requisito es que cumpla con los estándares científicos. Tal y como señaló John Ziman, un físico de la materia condensada reconvertido en filósofo de la ciencia, esta busca comprender y explicar el mundo. Para ello utiliza distintos procedimientos y técnicas que permiten generar hechos que pueden ser verificados y reproducidos. Por tanto, ciencia ciudadana serían las actividades dirigidas a obtener hechos verificables y reproducibles en las que la población se implica de manera activa. Pero, ¿debemos dejarlo ahí? ¿Tiene sentido acotarla un poco más?

De manera simplificada, ciencia básica es aquella que está orientada fundamentalmente por el objetivo de incrementar el conocimiento científico, mientras que la ciencia aplicada se centra más en la obtención de resultados. En nuestra opinión, la intersección entre ambas no consigue cubrir todo el espectro de necesidades de una sociedad. Porque lo que es útil, importante o necesario para la ciudadanía puede quedar, y de hecho queda, en un segundo plano. En el primer caso, porque no siempre implica conocimientos lo suficientemente novedosos o impactantes. En el segundo, porque los resultados que se quieren conseguir no son siempre los que interesan a la ciudadanía, especialmente si la ciencia aplicada es, sobre todo, una ciencia orientada a obtener beneficios económicos.

En la UICC consideramos que la ciencia ciudadana podría (¿debería?) contribuir a hacer la ciencia que necesita la sociedad contando con la implicación directa de la ciudadanía en la identificación y definición de los problemas y en la propuesta de soluciones. Si además participa activamente en la búsqueda de esas soluciones, miel sobre hojuelas, como suele decirse. De este modo, la ciencia ciudadana sería una 'clase' de ciencia centrada en obtener conocimiento científico orientado socialmente con la participación activa de la ciudadanía.

Creemos que el proyecto Small World Initiative es un buen ejemplo de esta 'clase' de ciencia. Desde el punto de vista científico, se orienta a la búsqueda de nuevos antibióticos en el entorno natural. La perspectiva social tiene varias dimensiones. Se dirige a combatir uno de los grandes problemas de salud pública a nivel mundial, la resistencia a los antibióticos. No tiene ánimo de lucro sobre los hallazgos obtenidos. Contribuye a fomentar las vocaciones científicas. Es un proyecto de aprendizaje y servicio. Y promueve en los participantes (estudiantes universitarios y jóvenes preuniversitarios) la conciencia de que sus hallazgos contribuirán a dar servicio a la sociedad.

Ana Muñoz van den Eynde Unidad de Investigación en Cultura Científica CIEMAT

Esta sección se realiza en colaboración con el Observatorio de la Ciencia Ciudadana en España, coordinado por la Fundación Ibercivis