Jubilado sin fronteras

Miguel está preparando las maletas. Como muchos compañeros universitarios, inicia una aventura lejos de los suyos. Se va de Erasmus la semana que viene fuera de España. A cientos de kilómetros de su casa buscará una oportunidad de ampliar sus conocimientos. Le gusta el lema de este programa de intercambio europeo en el que han participado casi cuatro millones y medio de estudiantes desde que nació hace 30 años: "Cambiando vidas, abriendo mentes".

Aún no se ha ido y Miguel ya está abriendo mentes. Porque su caso es excepcional. A su edad, 80 años, lo habitual es quedarse cómodamente sentado en el sofá ante el televisor esperando la visita de la parca. Pero hace cinco años, cuando le dio un infarto, se dio cuenta de que nunca es tarde para cumplir los sueños si la salud y la cabeza acompañan. Por eso decidió cursar Historia en la universidad. Tiene amigos que no pueden elegir dar ese paso: los estragos del alzhéimer u otras dolencias se lo impiden. Se siente un privilegiado, y aunque sus hijas le dicen que está loco, sus nietos se han convertido en sus mejores aliados y lo animan a seguir adelante. Un compañero universitario también jubilado le ha mostrado su admiración por haberse lanzado al Erasmus. Admite que a él le dio vergüenza preguntar en secretaría.

Miguel cree que no hay que sonrojarse por querer seguir creciendo intelectualmente. Muchas eminencias longevas llegaron hasta el final de sus días en plena forma creativa. Verdi compuso una de sus mejores operas, ‘Falstaff’, a los 80 años. Miguel Ángel era nonagenario cuando proyectó la cúpula de San Pedro. La premio Nobel de Medicina Rita Levi-Montalcini seguía investigando cuando ya había cumplido un siglo de vida. Miguel Delibes colgó los trastos de escribir a los 79 años con su magnífica obra ‘El hereje’. También Picasso murió con los pinceles puestos.

Miguel se marcha a Verona, la ciudad de Romeo y Julieta. No espera encontrar allí el amor porque se lo lleva con él: le acompaña su segunda esposa, con la que se casó años después de quedarse viudo. Entonces también demostró su capacidad de sobreponerse. Porque la vida siempre sigue. De nosotros depende decidir si nos rendimos antes de que nos llegue la hora.