El humor, que falta nos hace

La sonrisa, la risa y el humor deberían figurar entre esas tríadas de conceptos que contribuyen a forjar nuestra mentalidad más profunda. El humor, practicado de manera constructiva, puede hacernos mejores y aumentar nuestra capacidad intelectual.

Desde los antiguos pobladores, el tres ha sido el símbolo predilecto. A la vez que reverenciado y venerado, ha representado un papel importante en diferentes tipos de enseñanzas. Puede que por ello Virgilio exclamase "omne trinum perfectum", que traducido al español se interpreta como: todo número tres es perfecto. Desde ese punto de vista, existen muchas agrupaciones de tres palabras que son famosas: Isis, Osiris y Horus. Padre, Hijo y Espíritu Santo. Sólido, líquido y gaseoso. Animal, vegetal y mineral. Rojo, verde y azul. Sujeto, verbo y complemento. ‘Veni, vidi, vici’. Pan, agua y sal. Oro, incienso y mirra. Libertad, igualdad y fraternidad. Salud, dinero y amor… En ese gran conjunto de agrupaciones de tres palabras, echo en falta un grupo que considero que también es importante: sonrisa, risa y humor.

La sonrisa es una expresión facial innata, desde el punto de vista del procesamiento cerebral es la más básica de las tres y somos capaces de esbozar una sonrisa en cualquier circunstancia. La risa aparece cuando algo nos hace gracia, tiene un cierto componente mental, es importante reírse porque ayuda a descargar tensiones, rompe barreras y provoca un estado de bienestar pasajero. De hecho con una persona con la que hemos reído mucho es difícil llegar a enfadarse. El humor es un estado de ánimo que lleva incorporado un factor de inteligencia e ingenio más elevado que los dos anteriores y es menos fisiológico que la risa. Es una actitud ante la vida y conlleva otros elementos, como optimismo o fluidez emocional. El humor nos hace reír y pensar y gracias a nuestro buen humor otros pueden reír y pensar. Con el humor siempre se conecta si se tiene capacidad empática y se está lo más libre posible de prejuicios.

Es cierto que hay humores y humores, y dependiendo de la personalidad de cada uno hacen más gracia unas cosas que otras, según el discurso narrativo, el momento histórico, la procedencia geográfica… Si uno revisa de qué nos reíamos hace tiempo, puede que nos cause extrañeza. En la actualidad es impopular reírse de ciertas cuestiones en público, la sociedad actual difícilmente vería tolerable bromear sobre estereotipos relacionados con minorías, discapacidades o ciertos problemas mentales, cuando antes era un recurso fácil y habitual. Aunque desde mi punto de vista, la reflexión quizá no es si hay humor adecuado o inadecuado, o humor lícito o ilícito, sino si hay humor constructivo, en la medida que contribuye a cambiar de perspectiva y relativizar la realidad, o devastador, usado para denigrar a los demás.

Vivimos en la época de lo correcto, del qué dirán, de la desconfianza y del exceso de seriedad, lo que va convirtiendo al mundo en un sitio mortalmente trivial y aburrido a la vez que hipócrita. Opino que podría mejorarse un poco el ambiente si fuéramos capaces de integrar el humor de tal manera que nos permita unas veces analizar con facilidad y sin miedo cómo somos y otras que nos sirva para reivindicar la diferencia. Ello ayudaría a enfocar la vida con una visión positiva, más alegre y seguro que mejoraría nuestra capacidad intelectual. Así pues, deberíamos aprender a reírnos de nosotros mismos e incluso a reírnos cuando se ríen de nosotros. De esa manera el humor sería tan solo humor y punto. La tarea que propongo no parece fácil, pero podemos avanzar poco a poco. Por ejemplo, les sugiero: Comencemos cada día con una sonrisa, verán lo divertido que es ir por ahí desentonando con todo el mundo (frase de Libertad, personaje de Mafalda). Sigamos con la risa y tengamos en cuenta que "afortunado el hombre que se ríe de sí mismo, ya que nunca le faltará motivo de diversión" (frase de Habib Burguiba, abogado y político tunecino). Y recordemos siempre que las personas con un buen sentido del humor tienen un mejor sentido de la vida, y saben que "donde no hay sentido del humor hay dogma" (frase de Alonso Ussía). Observen que la religión y la política tienden a excluir el humor.