La industria de la ropa es una de las más tóxicas del mundo. Sobre todo porque los tintes que se usan para darles color o hacer los tejidos resistentes a las arrugas contaminan el medio ambiente. De ahí que los químicos lleven años buscando alternativas a estos tratamientos. En el Instituto Weizmann de Ciencias (Israel) le han dado una vuelta de tuerca al asunto y han desarrollado un algodón que brilla de forma 'natural' en la oscuridad. Y que podría dar pie a la creación de tejidos que adquieren fluorescencia o color mientras la planta crece, sin necesidad de tinción.

La clave para lograr su hazaña ha sido emplear derivados de la glucosa que funcionan a modo de pegamento molecular, uniendo las moléculas fluorescentes a la capa externa de las fibras de algodón en la propia planta. Una unión que, aseguran, ni se inmutaría cuando el tejido se lava. Por si fuera poco, en el mismo experimento han usado esta técnica para crear fibras magnéticas. Con rotundo éxito también.

La fluorescencia y el magnetismo son solo el principio. Una vez demostrado que se pueden modificar las fibras desde su origen, en la planta, se abre la veda para el desarrollo de todo tipo de tejidos inteligentes. Es más, los investigadores vaticinan una nueva era de 'agricultura de materiales'. Y ya sueñan con invernaderos en los que hacer crecer bambú, algodón, seda, lino y otros productos de origen vegetal con propiedades diseñadas a medida.