Reglas, horarios, rutinas... En verano, no bajes la guardia

Sí, el verano es tiempo de excepciones, pero los cambios prolongados, sobre todo en el sueño y a la alimentación, repercuten en el bienestar de los pequeños.

Si, de vez en cuando, permitimos que se acuesten más tarde porque hemos ido al cine o a una fiesta, la experiencia les parecerá algo diferente.
Si, de vez en cuando, permitimos que se acuesten más tarde porque hemos ido al cine o a una fiesta, la experiencia les parecerá algo diferente.

Vacaciones, horarios, rutinas, normas... algo no cuadra. Parecen conceptos más propios del encorsetado invierno que del, por antonomasia, 'despendolado' verano. Por eso, con mayor frecuencia de la que nos imaginamos, los padres imponemos a los niños durante las vacaciones nuestros horarios, mucho más flexibles y relajados, ¡que para eso estamos de vacaciones! Pero, seamos sinceros: ¿cuántas veces nos han dado las dos de la madrugada en la terracita del parque disfrutando con los amigos y con los niños dormidos en sus sillitas o en nuestros brazos? De acuerdo que el verano es tiempo de cambios y de excepciones, pero también es cierto que estos cambios prolongados, sobre todo en lo relativo al sueño y a la alimentación, repercuten en su bienestar, sobre todo, si son pequeños. Por eso, los especialistas recomiendan seguir algunos consejos:

Horarios más flexibles, sí, pero sin pasarse. Muchos expertos recomiendan que, aunque los horarios pueden ser más flexibles, no deben alterarse en exceso, al igual que el resto de normas y reglas establecidas durante el resto del año. Hay que tener en cuenta que las rutinas con las que el niño convive a diario durante los meses escolares, les proporcionan seguridad. Saben, en todo momento, lo que tienen que hacer, lo que viene después, y esta sensación de orden amortigua su incertidumbre. Conclusión: el niño reacciona con nerviosismo... se descontrola. Cansados y con mal genio. Si el pequeño trasnocha y madruga, sencillamente estamos alterando su ciclo habitual del sueño y a la mañana siguiente se levantará cansado, irritado y con mal genio; está claro que el niño necesita todas sus energías para poder disfrutar a tope al día siguiente. Desganados a la hora de comer. Lo mismo ocurre con las comidas cuando los horarios se trastocan con frecuencia, así que, mucho cuidado con enfadarnos si, al día siguiente, están desganados a la hora de comer. El valor de las excepciones. Así, pues, y asesorados por pediatras y psicólogos, deberíamos dar prioridad a las excepciones que, como todo el mundo sabe de memoria, siempre confirman la regla. Si de vez en cuando permitimos que se acuesten más tarde de lo habitual, porque hemos ido al cine, a una cena con los amigos o a una fiesta, la experiencia les parecerá algo diferente y mucho más divertida; si todos los días comen un montón de helados... pueden llegar, incluso, a aborrecerlos. ¡Y tampoco es eso! Más seguros y tolerantes. Elaborar un calendario en una cartulina, donde puedan consultar qué van a hacer y cuándo, les ayudará a sentirse más seguros y fomentará su paciencia y tolerancia.

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