El día más triste del año

Una campaña publicitaria puso nombre a lo que el tiempo, o nuestras propias
cosas, hacen para que un día sea el más triste del año.

El día más triste del año
El día más triste del año
Krisis'17

Podría comenzar diciendo que hoy es el día más triste del año. Una celebración que se inventó una agencia de viajes ya desaparecida para saber cuáles son las mejores fechas para buscar, reservar, pensar... en unas vacaciones. Y dio en el clavo. ‘Blue monday’ (lunes triste) es el resultado de una de esas teorías que idea el marketing y que envuelven incluso en una ecuación, en una complicada fórmula matemática que diseñó en 2005 el psicólogo británico y experto en motivación Cliff Arnall para determinar cuál es el peor día del año, el día en el que nos sentimos más desanimados y decaídos. Arnall incluyó en ella variables como el fin de las fiestas navideñas, la vuelta a la rutina, la cuesta de enero, las promesas incumplidas, y las condiciones meteorológicas, porque el frío influye de manera notable en nuestro estado de ánimo. Todo lo mezcló en términos como la D (deudas adquiridas en Navidad), d (dinero cobrado en enero), T (tiempo transcurrido desde Navidad), I (período desde el último intento fallido de dejar un mal hábito), M (motivaciones) y NA (la necesidad de actuar).


Y, aunque el mundo científico se le echó encima y tacharon la fórmula de ‘pseudociencia sin sentido’, cada año se celebra este día y las redes sociales, tan, tan, tan..., y tan mandonas hoy en día, se llenan de mensajes optimistas, para dar un poco en las narices. El ‘blue monday’ lo hacen coincidir con el tercer lunes de enero, uno de los momentos más fríos del año y con pocas horas de luz, aunque el desánimo en este ‘lunes triste’ dependerá de la meteorosensibilidad de las personas, un trastorno afectivo estacional que atañe al 15% de la población y que provoca fuertes cambios de humor con la llegada del frío. Porque los factores relacionados con el tiempo como la temperatura, la luz del sol, el viento y las lluvias, no tienen una influencia determinante en el estado de ánimo positivo de las personas, pero sí sobre el negativo. La explicación científica es sencilla: la luz solar nos aporta vitamina D y ésta afecta a los sistemas hormonales. Existe una monoamina neurotransmisora del sistema nervioso central, llamada serotonina, que está en parte condicionada por la luz solar, ya que disminuye al atardecer y aumenta al amanecer. Ésta tiene una función importante en la inhibición de la ira, la agresividad, el humor, el sueño…. Así, pues, a niveles más bajos de serotonina nos sentimos más apáticos, tristes, enfadados; mientras que a más elevados, nos sentimos alegres, felices y eufóricos. En el otoño y el invierno, las horas de luz son menores y hay más días grises o lluviosos; por tanto, la cantidad de serotonina liberada es más baja y esto puede aumentar nuestra apatía.

'Yellow day'

Podría, también, recordar que Cliff Arnall, un año después de idear el ‘blue monday’, calculó, con otra fórmula matemática, el día más feliz del año, el ‘yellow day’, que es el tercer viernes de junio (este 2017 coincide con Santa Justina, víspera de San Juan), porque es el que tiene más horas de luz, temperaturas más agradables y es la antesala del verano. Porque es el momento del año en el que el tiempo invita a estar más en la calle después del invierno, convivir más con amigos, y todo nos recuerda (sin querer) a los veranos de la infancia y a la anticipación de las vacaciones (gracias, se supone, o suponía el propio Arnall, al viaje reservado en enero para combatir el ‘lunes triste’).


Todo muy sencillo, porque todo es pura química. Amás luz, más serotonina, y más bienestar, más euforia.


Pero, piense, eso sí, en que todo lunes supone un esfuerzo descomunal para entrar en la rutina laboral y cotidiana tras el fin de semana. Piense en que la vida es lo que es y nunca estaremos bien, siempre estaremos en un permanente ‘lunes triste’, si dirigimos toda nuestra atención a aquello que resta (invierno, frío, inicio de la rutina, volver al trabajo, dormir menos, más responsabilidades) y no tiene en cuenta todo lo que suma (la familia, tener amigos que lo son y están, ser afortunado por trabajar, tener capacidad económica para responder al gasto de la tarjeta, tener calefacción para vencer el frío, reencontrarte con compañeros de trabajo, con los que compartir los momentos vividos en vacaciones), lo normal es que se encuentre triste.


Todo responde pues a una cuestión personal, a cómo nos enfrentemos a lo que nos va dando la vida o el día a día, que viene a ser jorobado. Y da igual que nos invada la niebla o que tengamos más de 15 horas de luz, que son las que suele haber para San Juan (... el día más feliz del año), cuando celebramos el solsticio de verano, que data del 5.000 AC. Y, hagamos lo que hagamos, todo lo que el hombre realiza en su vida lo hace para alcanzar la felicidad, aunque muchos den infinidad de rodeos o se pierdan por algún desierto para buscarla.


Hasta Naciones Unidas decidió en 2013 crear el Día de la Internacional de la Felicidad (20 de marzo) como reconocimiento del importante papel que desempeña la felicidad en la vida de las personas de todo el mundo. De hecho, la ONU ha establecido 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible que pretenden poner fin a la pobreza, reducir la desigualdad y proteger nuestro planeta, tres aspectos primordiales que contribuyen a garantizar el bienestar y la felicidad. Y para esto nada tiene que ver que llueva o haga sol.

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