La Navidad está marcada por la tradición, la familia, las cenas copiosas y también por los regalos; pero lo que las convierte en unas fechas tan especiales es que cada uno las vive a su manera. Por ejemplo, según la Comunidad Autónoma en la que se vive, o el país del que se procede, el menú de Nochebuena o el festejo en Nochevieja.

Y a vosotros, ¿a quién pedís cada año los regalos?

Los Reyes Magos de Oriente. Es una de las tradiciones más extendidas en España, y se celebra el día 6 de enero, aunque la víspera ya está marcada por la ilusión de niños y mayores que asisten a las diferentes cabalgatas que se suceden por todas las ciudades españolas. Siguiendo la estela de una estrella fugaz y montados en sus camellos, los tres reyes de Oriente visitan cada año la casa de los niños buenos para dejarles algún que otro presente. Y si alguno ha cometido alguna que otra travesura, igual se encuentra un trocito de carbón dulce. Papá Noel. Este anciano bonachón que visita las casas de los estadounidenses, de muchos europeos, sudamericanos y cada vez de más españoles, se desplaza con su trineo lleno de renos voladores surcando los cielos de medio mundo para dejar en cada casa un regalito la noche de Nochebuena. Aunque en cada sitio se le llama de una manera (Santa Claus, Sinterklaas, Weihnachtsmann, Viejito Pascuero...), todos están inspirados en la figura de San Nicolás. Tió de Nadal o la Tronca de Navidad. En Cataluña y algunas zonas de Aragón, los más pequeños de casa (aunque los mayores también lo disfrutan) esperan cada año con anhelo la llegada del día de Navidad. Y es que llevan un par de semanas alimentando y cuidando de un tronco que dicho día estará cubierto de regalos. El Olentzero. Es viejo, un poco entrado en carnes, desharrapado y está completamente manchado de carbón. El Olentzero visita cada año las casas del País Vasco y Navarra para dejar algunos de los regalos que los niños le habían pedido previamente en una carta. El Estery y su burru. De tradición cántabra, este afable leñador se acerca en Nochebuena a las casas se siguen su tradición a dejar algún premio a los niños buenos, en compañía de su fiel ayudante: un burro.