Para curar a los alcohólicos hay que emborracharlos primero

Un estudio del psicólogo Donald Overton, radicado en Filadelfia, reflexionaba en 1973 sobre la conveniencia de aplicar terapias curativas a los alcohólicos cuando estuvieran ebrios, en vez de intentar soluciones en estado de sobriedad. Una perogrullada con sentido, que obtuvo el aplauso de la comunidad científica.

'Para curar a los alcohólicos primero hay que emborracharlos primero', noticia publicada el 14 de abril de 1973.
'Para curar a los alcohólicos primero hay que emborracharlos primero', noticia publicada el 14 de abril de 1973.
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NUEVA YORK (Crónica Deri- Fiel. Servicios Especiales Efe, en exclusiva para nuestro periódico)


Entre las numerosísimas terapias que se ensayan con los alcohólicos se habla frecuentemente de la hipnosis y la sugestión, sin que puedan aducirse resultados verdaderamente convincentes. Ahora, el psicólogo norteamericano Donald Overton, del Eastorn Pennsylvania Psychiatrio Institute de Filadelfia, emite una teoría bastante imprevista, por no decir revolucionaria. Si los tratamientos de toda índole fracasan con mucha frecuencia es porque se aplican cuando los alcohólicos están serenos. Para que sean eficaces hay que tomar a los pacientes en pleno estado de intoxicación.


Personalidades distintas:


En efecto, el alcohólico tiene en cierto modo dos personalidades: la sobria y la embriagada. Dos "yos" muy diferentes, con interferencias no siempre precisas y orgánicas. Se ha comprobado, por ejemplo, que alcohólicos que después de "dormir la mona" no se acuerdan de nada vuelven a recordar ciertos hechos de su anterior estado de embriaguez en cuanto vuelven a vaciar unos cuantos vasos. En psicología, este fenómeno recibe el nombre de "dislocación de la personalidad".


Probabilidades de éxito:


No tiene nada de sorprendente, pues, que un tratamiento "en frío" tenga efectos muy limitados sobre el individuo. Por el contrario, si el tratamiento se administrara en estado de embriaguez, dando al paciente una especie de complejo o repugnancia por la bebida, es posible que ese efecto llegue hasta a que decida no emborracharse más. Puede ser tentado por una copa, pero llegados los síntomas de embriaguez, sus inhibiciones, provocadas artificialmente, tienen grandes probabilidades de impedirle continuar.


Otros psicólogos norteamericanos, como Donald Goodwin, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington, confirman el acierto de la tesis de Overton, y aconsejan a los médicos que han fracasado en sus tratamientos de desintoxicación de ciertos alcohólicos que intenten curarlos por el procedimiento de empezar dándoles de beber. Método quizás insólito a primera vista, pero que, por lo visto, tiene grandes posibilidades de triunfar.


Irma Gold


Recopilado por Elena de la Riva y Mapi Rodríguez. Documentación de Heraldo de Aragón

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