Ágatha Ruiz de la Prada: "Me pongo mi ropa porque me la creo"

La diseñadora ha visitado esta semana Zaragoza para presentar una de sus líneas de decoración. Donde va, ‘agathiza’.

Agatha, en Zaragoza, haciendo bandera de sus diseños.
Agatha, en Zaragoza, haciendo bandera de sus diseños.
G. Mestre

Toda una vida lleva Ágatha Ruiz de la Prada llenando de color la moda española. Pero su universo hace años que desborda las pasarelas y los patrones y se adentra en otros muchos mundos, desde la papelería a, sobre todo, la decoración. Una disciplina a la que le unen lazos familiares, descendiente como es de una familia de arquitectos... y aristócratas. Esta semana, esta faceta la ha llevado a Zaragoza para presentar en Azulejos Moncayo, una empresa situada en Cuarte de Huerva, su línea de mobiliario para el baño. También de familia (su pareja es el periodista Pedro Jota Ramírez) le viene su interés por la actualidad hasta límites casi de "enfermedad".


Usted fue de las primeras diseñadoras de moda de España que apostó por hacer más que ropa. ¿Le conllevó críticas?

Soy hija, nieta, bisnieta, tataranieta de arquitectos con enormes relaciones con arquitectos importantes de la historia de España y soy una fanática de la Bauhaus. Mi padre tuvo una empresa de muebles. Desde el primer día me fascinó ese mundo. Si era diseñadora, tenía claro que no podía vivir en una casa clásica y nunca lo he hecho. Una vez iba por la Castellana y me dijo una señora: "Eres Ágatha. Te conozco de los azulejos". Toda la vida trabajando en moda para que te conozcan por eso. Pero voy a seguir en ese mundo. Me ha costado, pero me interesa una barbaridad y me lo paso bomba.


¿Y qué la ha traído a Zaragoza?

Presento una línea de muebles de baño. Lo del baño es... Antes era lo peor de la casa. Pero ahora, de repente, la cocina y el cuarto de baño es donde más dinero se gasta la gente. Mi padre en eso fue un precursor, metía mucho las bañeras en los dormitorios. La gente alucinaba.


Su estilo es absolutamente identificable. Incluso gente que no sigue la moda reconocería algo diseñado por usted. Lleva años fiel a su estética. ¿Qué es para usted la tendencia, entonces?

Me costó mil años conseguir saber qué era. Y aun hoy en día no sé muy bien lo que es. Inditex, por ejemplo, tiene ese don, el de detectarla. Pero yo soy la antitendencia. Hace muchos años, en Cortefiel me ofrecieron trabajo y me mandaron a París a ver las tendencias. Y no hice más que ver sitios y tiendas feas. Cosas que me espantaban. Era lo contrario de lo que me gustaba. Volví con un complejo horrible. Al volver, le dije al dueño: "Mira, yo no valgo para eso. No me creo que esto es lo que esté de moda".


Entonces, ¿se puede vivir al margen de la tendencia?

Poco a poco. he ido aprendiendo sobre el asunto. Tengo un tío muy bueno en mi estudio, que vive en el centro (de Madrid) y pasa todos los días por Fuencarral. Lo que hacemos es ‘agathizar’ la tendencia. Pero es una cosa destructora y maligna. Y aparte hay épocas que ves 50 ferias al año. Eso que ahí has visto luego te lo encuentras en los escaparates. Comprendes que hay cosas que no sabes por qué todo el mundo quiere.


Hay muchos diseñadores que visten casi uniformados, que jamás se ponen la ropa que diseñan. Usted es todo lo contrario, hace bandera de sus creaciones en primera persona.

Yo más que una tendencia soy un estilo. Una vez me hizo un prólogo de un libro Olivier Saillard, uno de los mejores comisarios de exposiciones del mundo, que ahora dirige el Museo Galliera, donde escribió que yo era una de las pocas que se ponía su ropa. Es que yo me la creo. Es muy inhabitual, normalmente los modistos visten de negro o camisa blanca y un vaquero. Eso es porque ellos son lo más. Pero yo todo lo que llevo es mío. Me daría vergüenza llevar una funda del móvil de Chanel. Estaría incomodísima.


¿Y cómo se lleva su apuesta por el color en esta época que tanta gente coincide en describir como gris? Siempre se ha dicho que la moda refleja mucho cuestiones políticas y sociales...

Yo creo que, en general, se ha pasado de moda el negro riguroso. Por otro parte, hay un momento muy dominados por Podemos. Por su estética y pensamiento. Tienen gracia, pero hay que tener un poquito de personalidad. Hay que decir: "Yo hago lo que me da la gana y no lo que me diga este tío".


Entiendo que ese tío es Pablo Iglesias... ¿Qué ropa le pondría?

Yo no le pondría nada. Que haga lo que quiera.


¿Ya Pedro Sánchez?

Yo es que soy de Ciudadanos, como te puedes imaginar. Pero Pablo Iglesias les ha comido el coco a todos.


Sorprende hablar a una diseñadora de moda de política. No es lo habitual.

Yo creo que en este momento estamos bajo el yugo de Podemos. Me cae bien Pablo, pero a mí no me va a comer el coco. Pero vamos, debo de ser de las pocas.


¿Y qué opina...?

¡Qué bonito está Zaragoza, cómo hemos comido! Está precioso, ese río llenísimo de agua... ¡Cómo ha mejorado Zaragoza! De mis cinco mejores amigas del mundo, dos son de Zaragoza. Con lo cual...


Sí, los zaragozanos solemos encajar muy bien con todo el mundo. Le iba a preguntar qué opina del fenómeno de los blogueros.

Cuando yo empecé, que era muy divertido, lo más importante era hacerte famoso. Ahora eso es muchísimo más fácil. Es saber controlar las redes, haces allí cuatro barbaridades y te haces famoso a nivel mundial por muy poco dinero. Pero seguir a las blogueras... Pedro Jota dice que va a venir la época dorada del periodismo mundial pronto. Y yo ahora me he suscrito a un montón de periódicos. Por ejemplo, con los atentados de París, lo seguimos al minuto. Y fui picoteando de periódico en periódico. Si pasa una cosa en Bélgica, miras ‘La Libre Belgique’, que pasa algo en Nueva York, el ‘New York Times’. Yal final no atiendes tanto a los blogueros como a los grandes medios. Sigue siendo más influyente un gran periódico que una niña, por muy simpática que sea.


¿Es una yonqui de la información?

¡Ahora estoy en un momento de enfermedad! Que me la ha pegado Pedro Jota, porque yo no lo tenía. Espero que se me pase. Te diría que ahora mismo miro yo mucho más las noticias que Pedro Jota.

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