Entrevista

"La bondad libera oxitocina, una hormona que protege al corazón y reduce el colesterol"

Mario Alonso Puig, médico y coach, presenta su nuevo libro 'Sé valiente, cambia tu vida. El cociente Agallas' con el que ha ganado el premio Espasa de Ensayo 2013.

El doctor Mario Alonso Puig en Zaragoza
El doctor Mario Alonso Puig en Zaragoza

Mario Alonso Puig es médico especialista en cirugía general y digestiva, además de coach y conferenciante. Acaba de publicar su nuevo libro: 'Sé valiente, cambia tu vida. El cociente Agallas' por el que ha recibido el premio Espasa de Ensayo 2013.


- ¿Qué es el cociente Agallas?

Es un concepto muy novedoso, que intenta poner en valor la importancia de la fuerza del carácter a la hora de triunfar en aquellas metas que una persona se pone. De alguna manera se intenta poner al lado del cociente intelectual, un test creado en 1912 por William Stern, para definir la inteligencia de una persona. Hoy en día sabemos, sobre todo en el campo de la Neurociencia afectiva, que el mundo de las emociones, la ilusión, la determinación, la valentía que uno ponga en sus proyectos y en su vida, tienen la capacidad de afectar directamente en la inteligencia, la capacidad de aprendizaje y la creatividad. Lo que intento con el 'cociente agallas' es que las personas sean más conscientes de hasta qué punto ese cultivo de la fuerza del carácter puede tener una influencia enorme al expresar sus talentos y sus capacidades.


- ¿Sería más importante entonces la valentía que la propia inteligencia?

Van a la par, son inseparables. En lo que se conoce en relación al cerebro afectivo se sabe perfectamente que la capacidad intelectual, la capacidad de analizar y reflexionar está enormemente influida por lo que sucede en aquellas regiones del cerebro relacionadas con los afectos. Sabemos, por ejemplo, que la creatividad es hija de la pasión, que las personas que realmente están comprometidas con un proyecto afloran un nivel de inteligencia muy superior al que aflorarían si no sintieran ese compromiso. Son dos dimensiones estrechísimamente vinculadas.


- ¿Todos tenemos esas 'agallas'?

Sí, mi experiencia a lo largo de los años me viene a demostrar que sí, que todos tenemos un potencial absolutamente inexplorado. Muchas personas no son para nada conscientes de esa capacidad, de esa belleza que está encerrada en su interior. El libro lo que quiere es servir como manual de exploración en este sentido.


- ¿Cuáles serían las claves para exprimir ese potencial?

En primer lugar una persona tiene que encontrar la insatisfacción inspiradora. La insatisfacción inspiradora es que se da cuenta de que hay un aspecto importante en su vida que quiere cambiar y está dispuesta a soportar las inseguridades e incomodidades que hay que soportar para ir mejorando ese aspecto. En segundo lugar tiene que atreverse a salir de su zona conocida y empezar a explorar otros aspectos, otros espacios que a lo mejor nunca se había planteado explorar pero que pueden encerrar un montón de oportunidades. Tiene que tener fe en sus posibilidades. Si esa persona no está apostando por sí misma es muy difícil que otras personas apuesten. Esa convicción, que no es arrogancia, pero esa convicción profunda de que va a encontrar un camino sí o sí, es lo que le va a ir llevando por la senda correcta. Y luego hace falta persistencia, compromiso y paciencia, porque no estamos hablando de algo que surja de un día para otro, estamos hablando de un proceso en el que poco a poco la persona va aflorando la mejor versión de sí misma.


- En el libro divide a las personas en dos, según el hemisferio cerebral que predomina. Mientras que la región prefrontal izquierda hace que seamos más optimistas, la derecha tiende al pesimismo. ¿Se puede cambiar esa tendencia?

La tendencia, en general, dura toda la vida, lo que pasa es que el peso que esa inclinación tiene en la vida de una persona es profundamente modificable. Hay regiones del cerebro que tienen una tendencia muy marcada en una dirección, pero hay otras regiones que cuando se entrenan son capaces de inhibir a las primeras para que su peso en nuestra vida no sea tan grande. Por ejemplo, hay algunas personas que tienen una tendencia a ver el lado negativo de las cosas porque tienen un mayor desarrollo de la parte prefrontal derecha y esto lo van a tener siempre, pero la región prefrontal izquierda es capaz de inhibir a la derecha. Lo que quiere decir que si a base de entrenamiento una persona consigue expandir esta región izquierda su tendencia al pesimismo será cada vez menor, porque de forma cada vez más frecuente y de manera activa estará buscando el lado positivo.


- ¿Realmente se puede sacar ese lado positivo en cualquier situación por complicada que sea?

Cuando una persona está muy hundida porque ha hecho frente a una gran cantidad de adversidades necesita la ayuda de otras personas. Y ahí es importante que vea que hay gente cercana y accesible. Ahora bien, todos nosotros siempre tenemos la capacidad en mayor o menor grado para buscar algo por lo que vale la pena levantarse cada día. Hay personas que en situaciones absolutamente límites han estado constantemente buscando ese lado positivo de las cosas y poco a poco han empezado a recuperar el ánimo y la confianza.


- Según sus teorías la bondad es beneficiosa para la salud, ¿ser bueno ayuda a estar más sano?

Se han hecho experimentos muy interesantes con voluntarios que han llevado a cabo gestos de ayuda, de contribución a otras personas. Se han hecho estudios en su sangre antes y después de hacer estas contribuciones y se ha analizado tanto en ellos, como en las personas que se beneficiaban de esas contribuciones y en las personas que estaban observándolas, y en los tres casos se observó un aumento de una hormona en sangre llamada oxitocina. La oxitocina es un protector natural del corazón que, además, reduce los niveles de colesterol y triglicéridos en la sangre y reduce también los procesos inflamatorios, algunos de los cuales son tan dañinos.


- Aún así parece que muchas veces la gente confía más en la suerte o en el azar que en sus propias capacidades.

Vivimos en un mundo muy superficial y encontrarse con las propias capacidades implica entrar en el mundo de lo profundo. Y al mundo de lo profundo no se entra sin reflexión, sin introspección y no se entra sin dedicar un tiempo a hacerse preguntas. No cabe duda que todo lo exterior atrae con frecuencia más nuestra atención que lo que hay dentro de cada uno. Este es uno de los principales desafíos.


- El informe PISA publicado este martes, se centra en evaluar capacidades matemáticas, de lectura, etc. ¿Sería importante interesarse también por las habilidades emocionales de los más jóvenes?

Yo creo que este es uno de los puntos más descuidados en nuestro sistema educativo porque todavía estamos embelesados con un montón de asignaturas y nos olvidamos de que una persona emocionalmente bloqueada está, desde el punto de vista de aprendizaje, anulada. El conocerse a uno mismo, el saber gestionar momentos de dificultad, el desarrollar la propia autoestima, la confianza en las posibilidades que uno tiene creo que son tareas que es esencial introducir en el mundo educativo.


- ¿Es posible introducirlas?

Debería hacerse a nivel del profesorado, porque los profesores tienen una influencia inmensa en sus alumnos y necesitamos profesores que no solo instruyan sino que también inspiren. Y esto tiene que extenderse, sin ninguna duda, al ámbito familiar.


- ¿Cómo llega un médico a interesarse por la felicidad?

La Organización Mundial de la Salud define la salud no solo como la ausencia de enfermedad sino también como el bienestar psicológico, social y emocional de un ser humano. Hoy en día sabemos que la enfermedad impacta en el nivel de felicidad, y cada vez está más claro que el nivel de felicidad de una persona también tiene un impacto en la salud y por eso a mí que como médico me importa la salud, necesariamente me tiene que importar la felicidad.


- ¿Existe entonces una fórmula científica para la felicidad?

Para mí la clave de la felicidad es la generosidad. Cuando nosotros hacemos algo por los demás experimentamos algo que se llama el gozo, y eso es algo muy interno en la persona y que no se experimenta desde el egoísmo.