Tercer Milenio
En colaboración con ITA
Frío africano
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Cuando escuchamos la palabra ‘África’ automáticamente pensamos en calor, pero la realidad climática africana es mucho más variada. De entrada, África es un continente enorme que se extiende en sentido Norte-Sur desde los 37º N de latitud del extremo norte de Túnez hasta los casi 35º S del cabo Agulhas, en Sudáfrica. Una distancia de casi 8.000 kilómetros separa ambos puntos geográficos, bastante alejados del cinturón tropical que divide África en dos. El clima de ese par de extremos norte y sur del continente africano es de tipo mediterráneo, por lo que viene caracterizado por un verano seco y caluroso, dos estaciones de lluvias (la primavera y el otoño) y un invierno frío. Justamente ahora, que acabamos de estrenar el verano en el Hemisferio Norte, en Sudáfrica han hecho lo propio con el invierno. Su invierno -austral- coincide en el tiempo con nuestro verano -boreal-. Los datos climatológicos no dejan lugar a dudas. En Johannesburgo, donde el factor altitud también es muy destacado (está situada a 1.753 metros sobre el nivel del mar), tanto en junio como en julio la temperatura media apenas supera en unas pocas décimas los 10 ºC, siendo habitual que muchas noches se roce la helada. Nada tiene que ver esa temperatura con la que tenemos estos días por el desierto del Sahara o en la sabana africana.