Jorge Mora Laclériga

Crear un juego innovador en los tiempos que corren se está haciendo cada día más difícil, pero de vez en cuando a algún desarrollador se le enciende una bombilla y se le ocurre cómo darle una vuelta de tuerca a un género tan trillado como es el de los “shooters”. Es el caso de “Army of two”.

Sin olvidarse de una cuidada y extremadamente macarra estética, unos gráficos que quitan el aliento y una historia de esas que te hacen sentir el mayor matón sobre la faz de la tierra; la verdadera baza innovadora de este juego está en la jugabilidad. En “Army of two” la guerra es cosa de dos. Un equipo formado por dos máquinas de matar perfectamente afiladas, equilibradas y compenetradas, capaces de acabar con cualquier enemigo que se ponga por delante.

La historia comienza el 11 de septiembre de 2001. El jugador es enviado como avanzadilla en la lucha contra el terrorismo con una de esas frases lapidarias: “Reacordad que esta misión es alto secreto, pase lo que pase, vosotros nunca habéis estado allí,”. Pues eso. Con la posibilidad (que se convierte en obligación) de colaborar contínuamente con el compañero, se abre un inmenso abanico de capacidades para el jugador: atraer el fuego enemigo para que el compañero pueda ir liquidándolos uno a uno sin ser visto, cubrirse con objetos del escenario, como la puerta de un coche, mientras el otro acribilla a diestro y siniestro, o en definitiva, trabajar espalda con espalda para acabar con todos los terroristas que se crucen en el camino. Brutal.