Santiago Gastón, el pastor de Ansó que acabó de confitero en Argentina

La Institución Fernando el Católico publica las memorias, inéditas en España, de un aragonés que encarna las claves de la emigración española a América en el siglo XX.

Santiago Gastón, primero por la derecha, en una foto sin datar.
Santiago Gastón, primero por la derecha, en una foto sin datar.

Hay biografías aparentemente sencillas que son, en realidad, un pequeño tesoro. Piense en esta: un muchacho de familia ansotana que a principios del siglo XX no quiere ser monaguillo, le mandan de repatán con el ganado y no aguanta la nieve ni los lobos. Huye al sur de Francia para trabajar de alpargatero y luego a Argentina. Está allí un tiempo de leñador y de segador, hasta que se da cuenta de que le conviene algo más cómodo y elige la confitería, trabajando en Rosario, Montevideo, Buenos Aires, La Pampa, Patagones, Ayacucho, Wilde y Resistencia, para acabar encontrando buen acomodo en Corrientes, a orilla del río Paraná. Pues esa es la trayectoria vital de Santiago Gastón Añaños (1886-1975), un aragonés que publicó dos tomos de memorias en Argentina y que hasta ahora era prácticamente un desconocido en Aragón. La Institución Fernando el Católico (IFC) acaba de publicar sus memorias, un volumen de 640 páginas de intensa escritura, en las que Gastón describe con pinceladas vivas desde el aprisco de La Carbonera a las barriadas de emigrantes de Buenos Aires.


"Tuve noticia por primera vez de su existencia leyendo ‘Personajes y escritores de Huesca y provincia’, de Jesús Conte Oliveros, donde aparece mencionado y nada más –señala Fico Ruiz, que acabó localizando un ejemplar de las memorias en los fondos de un librero de viejo argentino–. Su lectura me cautivó. Nunca había visto tan bien reflejado el día a día de quien, convertido en un emigrante anónimo, es zarandeado por los vaivenes de la historia. Santiago Gastón es una persona de la calle, sin instrucción, pero sus memorias son un impagable retrato de un tiempo pasado que creíamos superado".


Fico Ruiz comunicó su hallazgo a la IFC y esta decidió editar las memorias, con estudios introductorios de Alejandro Martín Sanz, que ofrece un ajustado panorama de la emigración española a América, y de Audrey Berniard, una joven profesora de la rama francesa de los Gastón.


"El suyo es un testimonio emblemático –subraya Audrey Berniard– porque describe la dura vida que tenían los ansotanos de principios del siglo XX y, también, la dura vida que les esperaba a los emigrantes hasta que conseguían abrirse paso. Emigraban cuando la situación financiera de la familia aquí era complicada. Tanto Santiago, como mi bisabuelo Alejandro, mandaban dinero a la familia que se quedaba en Ansó, en casa Juaquineta, para mejorar su vida. En la mayoría de estos casos, los que se fueron se quedaron en el país donde emigraron. Ya no volvieron".


"Fue lo que hizo Santiago Gastón –añade Alejandro Martín–. Aunque no cortó sus lazos con España y tuvo recursos económicos para volver, no lo hizo. Pero casos como el suyo son bastante escasos. No fue muy frecuente que un emigrante español  llegara a alcanzar tan buena posición como la que logró él, que incluso llegó a comprar un hotel. Aunque también es cierto que en la primera mitad del siglo XX Buenos Aires, y Argentina en general, ofrecían más oportunidades y permitían el ascenso social más fácilmente que muchas otras ciudades. Más que en Madrid o Barcelona, desde luego. Santiago Gastón acabó bien instalado entre la comunidad española de Corrientes y tuvo acceso fácil a la publicación de sus escritos".

Las cifras del éxodo

Según Martín, "cerca de 6 millones de españoles participaron del gran proceso migratorio a América durante el siglo XX. Su principal destino fue Argentina, seguida por Cuba y, a mayor distancia, países como Brasil o Uruguay. Cuando Santiago Gastón desembarcó en Buenos Aires en 1906, esta era la mayor concentración de españoles fuera de España. Según el censo de 1909, hasta 174.000 de sus 1,2 millones de habitantes tenían origen español. En el censo de 1914 había crecido esa cifra hasta los 306.000 españoles. Entonces pasó a ser, con diferencia, la tercera ciudad con más españoles, tras Madrid y Barcelona".


Hombres y mujeres que llevaban una vida de sacrificios pero que podían salir adelante y, luego, ayudar a los que iban llegando, como hizo a lo largo de toda su vida Santiago Gastón. Él, además, tuvo tiempo y empuje para cultivar su gran afición, la literatura.


"Lo que más me asombra de él, lo que suscita mi admiración y orgullo –añade Audrey Berniard–, es ver cómo evolucionó de ser un chaval que sabía leer y escribir cuando se fue de Ansó, para acabar publicando artículos en los periódicos, formando parte de ateneos literarios y siendo reconocido en la vida cultural de su ciudad. Esa evolución representa toda una vida de lector activo y una intensa curiosidad y deseo de aprender".


Queda un tercer tomo de memorias, cuyo manuscrito está bastante deteriorado, que podría ser objeto de nuevos estudios y ediciones en el futuro.

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