Inés y Nahia, dos bebés prematuras que apostaron por la vida: “Aguantad, que os mando a Zaragoza”

En los últimos años la tasa de mortalidad de niños que nacen con menos de 1.500 gramos ha pasado del 40% al 5% gracias a los avances, pero la incertidumbre sigue marcando el día a día de estas familias.

La familia al completo: Edorta Ciriza y Susana Monasterio, con sus hijas mellizas en brazos, Inés y Nahia; y Sara entre ambos.
La familia al completo: Edorta Ciriza y Susana Monasterio, con sus hijas mellizas en brazos, Nahia e Inés; y Sara entre ambos.
H. A.

“Cuando una experiencia como esta llega a tu vida cada cosa que ocurre se convierte en un auténtico milagro”, aseguran Susana Monasterio y Edorta Ciriza. Naturales de Logroño, hoy se sienten más agradecidos con la ciudad de Zaragoza que nunca. No en vano, dos de sus tres hijas siguen con vida gracias al equipo profesional del Hospital Universitario Miguel Servet de la capital aragonesa.

A pesar del paso del tiempo y de la sensación de falsa seguridad que a veces parece querer instalarse en sus vidas, ninguno de ellos olvidará jamás aquel 27 de abril de 2023, el día que llegaron a este mundo sus mellizas, dos pequeñas bebés de tan solo 24 semanas de gestación -lo normal son entre 37 y 42-. “24 semanas y cuatro días”, específica Edorta. Y es que, cuando se trata de un bebé prematuro, cualquier minuto cuenta.

Su drama comenzó durante la semana 21 de embarazo cuando a Susana, sin previo aviso, se le rompió la bolsa de Nahia. A pesar de la noticia, su ginecóloga les recomendó que la mamá guardase reposo absoluto y que permaneciera completamente inmovilizada hasta llegar, al menos, a la semana 24. “Aguantad. Aguantad que os mando a Zaragoza, nos dijo”, recuerdan, todavía con lágrimas en los ojos.

El primer día que Susana pudo coger a sus dos mellizas prematuras, Inés y Nahia.
El primer día que Susana pudo coger a sus dos mellizas prematuras, Inés y Nahia.
H. A.

Edo recuerda al milímetro cada fecha, peso, detalle y dato que tiene que ver con el nacimiento de sus hijas. “Como padre es más complicado de lo que parece. Estás preocupado por tu mujer, también por ellas. Pero sobre todo, no puedes hacer nada por ayudar ni arreglarlo”, reflexiona. La situación fue tan dura para él que reconoce que se desmayó en el momento del parto. “Susana dio a luz en la sala de dilatación. Jamás olvidaré lo que vi ese día. Fue todo demasiado rápido. Ni siquiera pudieron ponerle la epidural, todo el mundo estaba gritando y corriendo de lado a lado”, recuerda.

Inés llegó a las 11.30 y pesó tan sólo 600 gramos. A las 11.50 lo hacía Nahia. que alcanzó los 630. Edo tampoco olvidará jamás cómo, tan solo 20 minutos después de que se produjera el parto, Susana estaba sacándose leche para las bebés, que descansaban ya en sendas incubadoras. “Fue asombroso, la fuerza de una madre… es algo indescriptible”, reconoce.

"Hasta que no te toca vivirlo no sabes lo que verdaderamente significa la prematuridad"

Y es que cuando cualquier pareja recibe la noticia de la llegada de un hijo deseado jamás contempla la posibilidad de tener que pasar por un calvario como el de la prematuridad protagonizado por un factor tan incontrolable como es el de la incertidumbre. “Cuando recibes la noticia se te cae el mundo encima. Luego… se trata de sobrevivir día a día, de hacer equipo. Sobre todo al principio. Pero no, no sabemos lo que es esto. Hasta que no te toca vivirlo no sabes lo que verdaderamente significa la prematuridad”, reconoce Edorta.

“La sensación es de no saber nunca qué va a pasar con tu hija. Es impotencia y saber que esta incertidumbre te va a acompañar posiblemente toda la vida”, añade ella. Y es que, aunque su edad cronológica es de seis meses y medio, Inés y Nahia tienen tres meses de vida. “Están muy majicas. Vivas, estimuladas, despiertas. Para nosotros cada logro es un milagro, por pequeño que sea”, añade su padre.

Eso sí, el cansancio es evidente en ambos. Han sido meses de vivir entre dos ciudades, de viajes continuos, de sostener a la pequeña Sara, su hija mayor, que no tenía ni idea de lo que estaba pasando. “Horas de piel con piel, de lactancia, de sacar leche y de esperar aunque no supieras muy bien a qué”, añade ella. Pero, sobre todo, han sido meses de sacar fuerzas de donde no las había porque tocaba seguir luchando.

Sara, la hija mayor, con Nahia.
Sara, la hija mayor, con Nahia.
H. A.

Día a día, pelea a pelea

Susana recuerda que en una ocasión llegaron a decirle que se despidiera de su hija Nahia, que fue bautizada ese mismo día en la UCI de prematuros. “Es agotador luchar tanto sin saber nunca qué va a ser lo siguiente”, admite ella, todavía compungida. Y es que afortunadamente han vuelto a casa junto a su otra hija, Sara, pero su lucha continúa, y seguramente lo hará toda la vida. “Todavía nos queda descubrir qué consecuencias ha podido tener la prematuridad en su desarrollo”, explica.

“A día de hoy tan solo podemos tener palabras de agradecimiento con la ciudad de Zaragoza y con el equipo del hospital. Les han salvado la vida”, aseguran. También con sus jefes, y sus empresas, las cuales les ofrecieron todo tipo de facilidades para poder prestar atención a lo que verdaderamente importa: la vida. “No existen palabras en el mundo para agradecer la paz que te da no tener que preocuparte por algo tan importante para cualquiera como es tu trabajo”, afirma Edo.

Y es que la prematuridad es un problema ciertamente relevante en la actualidad, como demuestran los datos registrados en los últimos años en el hospital Miguel Servet. Así lo confirma Segundo Rite,jJefe de la Sección de Neonatología del Miguel Servet que recuerda que se registran en torno a 300 partos de bebés prematuros al año, es decir, antes de la semana 37 de gestación. Además, recuerda que se trata de una realidad oculta en otros datos como el descenso de la tasa de natalidad: “A pesar de que desciende el número de partos, la tasa de prematuridad se mantiene estable”.

La otra familia, la de bata

Son muchos los factores que influyen en la prematuridad como una mayor edad de la madre, las técnicas de reproducción asistida -que producen más embarazos múltiples- o ciertas enfermedades maternas como la hipertensión o algunas infecciones. “Otro de los factores que sin duda juega un papel importante tiene que ver con nuestro estilo de vida”, admite.

Eso sí, Rite destaca que si se ha producido un cambio significativo en los últimos años es el que tiene que ver con el aumento de la tasa de supervivencia, que se ha disparado en los últimos años. “A finales de los años 80 más del 40% de los niños que nacían con menos de 1.500 gramos fallecían. Hoy esta tasa se ha reducido hasta el 5%”, destaca.

Por otro lado, Rite también destaca la importancia de los lazos que se crean entre las familias y el equipo del hospital que, durante el tiempo que permanecen ingresados pasan a convertirse en una extensión de la suya propia. “Vivimos situaciones muy duras para ellos, pero también para nosotros. Al final la relación que se genera entre todos es fundamental para el desarrollo de los propios niños”, reconoce. 

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