Entrevista

Javier Prado Abril: “Para tener una buena salud mental, hacen falta salarios decentes y condiciones de vida dignas”

Psicólogo clínico en el Hospital Universitario Miguel Servet de Zaragoza, preside la Sociedad Española de Psicología Clínica. Nació en Tarragona en 1984, de madre aragonesa y padre gallego. En Zaragoza se doctoró e hizo la residencia PIR. Desde hace unos meses está “de vuelta en la Casa Grande, mi cuna formativa, mi hogar clínico”. Investiga en el grupo IPES-Personalidad, Emoción y Salud, en el Instituto de Investigación Sanitaria Aragón.

Javier Prado Abril, psicólogo clínico en el Servet y presidente de la Sociedad Española de Psicología Clínica
Javier Prado Abril, psicólogo clínico en el Servet y presidente de la Sociedad Española de Psicología Clínica
José Miguel Marco

Como “clínico de hospital, como científico que describe lo que ve, lo que cuenta la gente en la consulta y lo que dicen los datos”, constata que la profundización de las desigualdades está impactando en la salud.

¿Cómo está la salud mental de la sociedad?Un poco peor que antes de la pandemia pero no tan mal como dicen. La resistencia del ser humano es impresionante. En términos de salud mental, somos capaces de superar la adversidad y salir fortalecidos; el 85% sale adelante con sus recursos incluso ante sucesos como una guerra o la muerte de un hijo. Si algo bueno ha conseguido la pandemia es visibilizar un tema que antes era invisible, tabú; ahora la sociedad está pidiendo mejorar la salud mental. Despacio, pero vamos avanzando.

Estrenamos año y cuesta ser optimistas. Tras la pandemia, crisis. ¿Será 2023 el año en que nos libremos del peso que arrastramos en nuestro ánimo y en nuestras relaciones sociales?
Realmente lo que ha ocurrido es que la pandemia ha destapado lo que estaba latente, una situación de mucha precariedad en muchos ámbitos –no solo en el sanitario–; la veníamos arrastrando como mínimo desde la crisis de 2008, se hizo evidente en 2012, esa crisis económica que no terminaba de resolverse ha enlazado con una nueva crisis que, además de sanitaria y social, también acaba siendo económica. La consecuencia es que se han ensanchado desigualdades que ya existían, se ha profundizado la precarización y eso ha llevado a algunos sectores de la población a situaciones de pobreza o de riesgo de exclusión social, a casos de frustración y desesperación.

¿Quiénes son los más vulnerables?Los niños y adolescentes, es lo que dicen las evidencias y los datos de urgencias en salud mental, que han llegado a estar colapsadas. Las autolesiones han crecido un 80% respecto a lo habitual; hay que analizar si tiene relación con las redes sociales y con el impacto del confinamiento, y tener en cuenta que afectan más a los estratos más desfavorecidos de la sociedad. Sin olvidar el contexto, una gran parte de los jóvenes ha perdido la esperanza en el modelo en que les hemos educado: si estudias y trabajas duro, las cosas irán bien. Por otro lado, está la población mayor, cada vez vivimos más años y requerimos cuidados y apoyos no siempre disponibles. Y los pacientes con trastornos mentales graves, que no disponen de hospitales de día a medida para recibir el tratamiento adecuado. Es una de las paradojas de nuestro modelo: invertimos poco y cronificamos mucho. Y aunque la prevención es muy barata y la cronicidad muy cara, se hacen políticas a no más de cuatro años vista.

¿Se va a ahondar esa situación o remontaremos?Si no fuera solo producto de la pandemia sino tendencia de una década, no se corrige de un año para otro. De las medidas que se adopten, que son políticas, depende que se revierta o no. La solución pasa por reforzar la sanidad pública, así como los servicios sociales y comunitarios, y hacer políticas que reduzcan la desigualdad. Porque mucho de lo que le pasa a esta sociedad no sé si son problemas genuinos de salud mental o si están fallando las contenciones emocionales familiares, comunitarias y sociales que, históricamente, daban cohesión y calidez a la comunidad, y actualmente la comunidad se encuentra sobrecargada, sobrepasada y teniendo que asumir lo que le pasa de manera muy solitaria.

¿Qué necesita una sociedad para tener buena salud mental?
Además de una sanidad y una educación públicas potentes, salarios decentes y condiciones de vida dignas, que la gente pueda trabajar y no tenga que estar 24/7 para sostener una hipoteca; todos estaríamos más tranquilos y habría menos crispación. La salud mental tiene su prevalencia, su incidencia y su diagnóstico, pero ¿qué significa que 12 millones de españoles estén tomando psicofármacos o que, según el CIS, un 30-40% refiera tener un problema de salud mental? Significa que tenemos un problema social, no un problema sanitario. Unas malas condiciones de vida generan un impacto en tu salud, no solo mental; haríamos mal en no analizar el problema de fondo.

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