El acónito o matalobos, la planta más venenosa de Europa

No suele ser habitual la intoxicación con el acónito, pero casos se han dado, con consecuencias fatales. Hay que tener cuidado, pues está en Aragón

Una planta de acólito con su característica flor azul-morada, en los Pirineos.
Una planta de acólito con su característica flor azul-morada, en los Pirineos.
M. C.

Dudo mucho que un lobo coma hierbas, por lo que el nombre vulgar, matalobos, en principio, no me gusta mucho. Indago y veo que recibe otros nombres como napelo, napech, tora, tuera, etc., según regiones. Es una planta perteneciente a la familia de las Ranunculáceas: ‘Aconitum napellus L’.

Se considera la planta más venenosa de Europa. Con tan gran honor la presentamos en este artículo. En Aragón habita en los altos Pirineos, Sistema Ibérico y Sierra de Gúdar principalmente, siempre a grandes alturas, salvo en aquellas de influencia mediterránea, hábitat que no le agrada.

Crece en zonas montañosas de Europa y se extiende por oriente hasta el Himalaya, donde tiene una pariente aún más letal, ‘A. ferox’ (el nombre lo dice todo). Florece en verano: unas flores peculiares de color azul-morado y generalmente aparece en pies poco poblados llegando a alcanzar en ocasiones un metro de altura. Crece también entre las grandes hierbas de los claros del bosque, junto a los arroyos y también en las zonas húmedas entre los pastos, entre los 1.500 y 2.000 metros de altitud. En el Pirineo conviven cinco especies de acónitos, de los que dos tienen la flor amarilla: ‘A. anthora’ y ‘A. vulparia’. Y tres con flor azul: ‘A. burnati’, ‘A. variegatum’ y ‘A. napellum’, que es la que nos ocupa; todas son tóxicas pero esta la que más.

Su veneno es un alcaloide llamado aconitina, pues la planta recibe el nombre de ‘Aconitun napellus’. El contenido en las raíces tuberosas, recordando al nabo (de ahí viene lo de napellus), es diez veces más concentrado que en las hojas; 35 gramos de raíz fresca contienen de 2 a 6 mg de aconitina, cantidad suficiente para matar a un hombre. A las cuatro horas de la ingestión se produce paro cardiaco y la muerte. En tal proceso comienzan a aparecer parálisis sensoriales periféricas, bajón de las pulsaciones cardiacas, diarreas, alteración del sistema termogenético… Terminas muriendo por detenerse el corazón en la diástole.

El ganado no se lo come y los saltamontes tampoco. Misteriosa sabiduría.

Toxicidad

Se produce a partir de una sustancia que está presente en los ranúnculos, generalmente con mayor concentración en la raíz o el tallo. La principal fuente de intoxicaciones es ‘Aconitum napellus’, que puede contaminar accidentalmente infusiones de hierbas no tóxicas.​ Bastan 2 mg de sustancia para provocarle la muerte a un ser humano adulto. Fue utilizado por los antiguos chinos como veneno, impregnado en las flechas.​

La aconitina es rápidamente absorbida vía membranas mucosas aunque, al aplicarse externamente, puede absorberse por la piel provocando intoxicación sistematizada. 

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No hay que subestimar el roce con las partes aéreas, flor, hoja y tallo, ya que la toxina atraviesa la piel, produciendo calor, picor, punzadas, y cierto embotamiento mental, ya que se inhala, y además afecta a los ojos, produciéndose también sensación de frío. Añádase sudoración intensa que baja la temperatura del cuerpo. Y el pulso desciende a 30 pulsaciones por minuto. Quizás los lobos -durmiendo entre rodales, que a veces los hay espesos, pues los he visto-, pudieran morir y de ahí el apodo matalobos, al penetrar el veneno por el hocico, ojos y la respiración, sin ingerirlo.

Terapias

Sin embargo, esta sustancia es capaz de producir muchos beneficios en manos del terapeuta cauteloso y cuidadoso, y también de un gran daño si se emplea descuidada o irreflexionadamente. Estamos aprendiendo a utilizar los venenos en medicina. Este en particular es antitusivo, antipirético y descongestionante. Los casos por intoxicación son muy raros en España. Hubo un juicio en la Audiencia de Huesca en 1954 en relación a uno de ellos.

Ha sido utilizada como medicación antiarrítmica y para combatir neuralgias del trigémino.

Sintomatología

Pocos minutos después del comienzo de la ingestión de una dosis elevada de aconitina se evidencia parestesia, aparecen luego sensación de anestesia, sudoración profusa y enfriamiento del cuerpo, náuseas, vómitos y otros síntomas similares. A veces hay dolor intenso, acompañado de calambres o diarrea.​ Se produce sensación de quemadura, entumecimiento y picor de lengua, labios, faringe y manos, visión borrosa, pulso lento y débil con caída de la presión arterial, dolores torácicos, respiración entrecortada, convulsiones y posterior muerte por paro respiratorio o fibrilación ventricular.​  

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Aconitum en medicamento homeopático está conectado con la experiencia de la muerte y con el miedo que puede despertar en cualquiera de nosotros.

El napech es un posible medicamento de situaciones intensas, extremas, sobreagudas en personas habitualmente vigorosas y congestivas, capaces de movilizar toda su energía de forma rápida e intensa como si quisieran escapar de la muerte.

No hay antídoto, desgraciadamente. Si el intoxicado llega sin poder hablar y si se sospecha al respecto se pude medir su presencia en el suero sanguíneo o en la orina. Ha habido cinco casos fatales en los países del Este en los últimos ocho años. El lavado de estómago puede ser eficaz si es a tiempo; también se utiliza digitalina para contrarrestar la depresión miocárdica. Fármacos antiarrítmicos como la lidocaina, usada clínicamente para el tratamiento de ritmos cardíacos inusuales, también bloquea los canales de sodio.

Tratamiento

En vista de que no hay antídoto, el tratamiento suele ser dirigido a los síntomas.​ Se trata de evacuar el tóxico dando vomitivos y realizando un lavado de estómago. Se indican reposo absoluto y envolturas calientes. Se considera que si el paciente sobrevive a las primeras 24 horas, entonces el pronóstico será favorable.​

Tradicionalmente una intoxicación conocida por aconitina se trata con medicamentos como la atropina, estricnina o barakol, aunque no está claro que sean efectivos. Algunas otras toxinas, como la tetrodotoxina, que se unen al sitio de destino de la aconitina, pero tienen acciones opuestas, pueden reducir los efectos del veneno, pero son de por sí tan tóxicas que igualmente pueden inducir la muerte del sujeto.​ Se utiliza digitalina para contrarrestar la depresión miocárdica.​ Fármacos antiarrítmicos como la lidocaína, usada clínicamente para el tratamiento de ritmos cardíacos inusuales, también bloquean los canales de sodio. Para confirmar el diagnóstico de intoxicación, se pueden medir las concentraciones de la sustancia en el suero sanguíneo u orina. Hasta 2008, se han hallado niveles altos en la sangre post mortem de al menos cinco casos fatales.

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Los venenos y las pócimas son las armas escogidas por muchos de los personajes más emblemáticos de Shakespeare. Este está en el primer capítulo de ‘Macbet’, aunque el inmortal escritor hace emplear otros venenos en sus obras, como la cicutina (cicuta), atropina, (belladona), taxina el (tejo), la dulcamara o matagallinas (solanina) o la hiosceamina (beleño). Se ve que era algo que fascinaba en aquellos tiempos a los lectores o espectadores de sus obras teatrales.

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