Los oídos son unas de las partes del cuerpo más importantes y delicadas. Permiten a una persona escuchar todo lo que pasa a su alrededor. La limpieza del canal auditivo es fundamental para que la audición sea perfecta. Uno de los principales problemas de esta zona es la acumulación excesiv de cerumen, nombre técnico con el que se conoce a la cera.

El cerumen o cera se produce en unas glándulas que tiene la piel del conducto auditivo externo. Está compuesta por aceites y células muertas. Desde su lugar de origen, la cera sale al exterior gracias al movimiento de las células, que la expulsan del organismo. Si no se produjera este movimiento, el oído se obstruiría con células muertas. A este proceso ayudan el movimiento de la mandíbula al hablar o comer.

La cera está compuesta en su mayor parte por queratinocitos, que son célula eputeliales muertas. La producción de cera no se diferencia entre personas mayores y jóvenes ni por la edad, aunque el contenido de triglicéridos que contiene si que disminuye en el hemisferio norte de noviembre a julio.

Propiedades antimicrobianas

La cera contiene lisozima, enzima que tiene propiedades antimicrobianas. La cera, además, es un indicador de contaminación por las trazas de ciertos elementos como metales pesados. El polvo y la suciedad también tendrán un enemigo en esta sustancia ya que impedirá que accedan al cuerpo humano. Su olor también persuade a los insectos de acercarse.

La producción de cera es normal en todas las personas. Suele expulsarse de forma natural. En el caso de que se produzca una cantidad anormal de cerumen, puede ser necesario acudir al otorrino. Los hombres, con el paso de los años, pueden comenzar a tener pelos en los oídos. Esto dificultará que la cera salga al exterior de forma natural.