Por norma general, un adulto necesita de media entre 7 y 8 horas de sueño. Dormir durante ese tiempo no quiere decir que al día siguiente vayamos a estar descansados, sino que es el tiempo que necesita nuestro cuerpo para su correcto funcionamiento. 

En el descanso es vital seguir una rutina, no basta con ir a la cama cuando uno se nota el cansancio. Es importante mantener unas pautas día tras día. Así pues, aunque puede que esto sea de lo más complicado, hay que intentar fijarse una hora para ir a la cama. Aun en el caso de no estar cansado, de esta manera habituaremos a nuestro cuerpo.

En segundo lugar, en la medida de los posible, hay que tratar de no usar pantallas (ordenador, móviles, televisión, etc.) antes de acostarnos. Si no estas cansado, es mejor que leas un libro o una revista. El motivo radica en que los dispositivos electrónicos de hoy día emiten mucha luz. Aunque puede parecer algo completamente inocuo, esto altera nuestro reloj biológico. Dicho de otra manera, esa luz intensa, proyectada ante nuestros ojos de manera prolongada, nos produce insomnio o interrupción del sueño. 

Otra de la causas de un mal descanso es la comida. Si nos damos un atracón antes de ir a la cama, es probable que no durmamos bien. Por este motivo hay que intentar cenar ligero y, por supuesto, no ingerir cafeína o teína antes de acostarnos. En concreto entre cuatro a cinco horas antes, tampoco es recomendable tomar sustancias como alcohol, tabaco o azúcar, ya que también poseen sustancias que pueden alterar nuestro descanso.

En cuanto al ejercicio físico, es conveniente realizarlo, pues además de ayudarnos a producir sustancias que mejoran nuestro estado emocional y el funcionamiento de nuestro cerebro, ayuda a que durante la noche el descanso sea mejor. Sin embargo, este debe realizarse, como mínimo, seis horas antes de ir a la cama, pues su efecto puede ser el contrario.

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