En Zaragoza hay muchas cosas y semáforos. La entrada por el oeste, la que tengo más controlada por llegar ‘from Casetas’, resulta deliciosa si se circula por la noche cuando, sin transeúntes, te pegas unos cuantos minutos parado, con el semáforo en rojo, con tu coche mirando a otro en la misma dirección y un paso de cebra desierto en medio. 

Aquello parece más un duelo del Far West, un ‘To fast to furious’ en el que se ha colado un Corsa diésel, que la circulación fluida y sensata a la que debe aspirar una ciudad moderna.

Los maños del Viejo Oeste, en lo que esperamos a que alguien ruede una película documental con ese nombre, sumamos además un recochineo habitual cuando vemos cerrado el túnel del Portillo a la A-68, una especie de agujero negro que se acerca a las dos décadas construido pero sin entrar en uso. Una infraestructura que ahora suma el atractivo de dos carriles serpenteantes a los pies de su hipotética entrada, gracias a las obras del Paseo Escrivá de Balaguer en la zona de Averly. Una tentadora vía sinuosa que a veces pide dar el volantazo definitivo a la izquierda para bajar por ese túnel que nunca ha sido, y descubrir qué maravillas esconde ese derroche inacabado de la Expo 2008, que lo mismo da cobijo a personas sin hogar que serviría de Batcueva a Batman.

Según informaba HERALDO hace apenas unos días, la obra, que costó 34 millones, requiere más de tres lustros después otros 23,5 millones para acondicionarlo y que sea transitable. Una cifra que desde la empresa pública que lo gestiona no tienen clara; entrando ahí una cosa muy de la Administración patria que es el estudio técnico (quizá hasta se cree un grupo de trabajo), para ver exactamente lo que va a costar el acondicionamiento. "Con ese estudio se seguirá hablando", espetan desde ese oxímoron para el caso que nos ocupa llamado Zaragoza Alta Velocidad. Un ente que ha de poner de acuerdo a tres Gobiernos distintos para un gasto público que se antoja necesario por pragmatismo vial pero también por imagen de responsabilidad con la eficiencia del dinero de todos.

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