Por
  • Manuel de Miguel

Comisiones de investigación

Koldo García en la comisión de investigación en el Senado
Koldo García en la comisión de investigación en el Senado
Eduardo Parra

No existe nada más inútil que una comisión de investigación parlamentaria. Políticos practicando indagaciones y dictando conclusiones, como policías y jueces. Podrían tener sentido cuando, como en otros países, las dirigen expertos en la materia o sirven de control a una institución. 

Aquí la mayoría parlamentaria decide qué se investiga, a quiénes se cita y cuál es el ‘veredicto’. De hecho, la diferente composición de Congreso y Senado ha permitido que cada cámara constituya dos distintas sobre un objetivo similar según sus intereses opuestos.

Y tan inútiles son como previsibles. ¿Alguien se imagina que, después de serias pesquisas, el PP emitiera un dictamen señalando que el PSOE ha tenido un comportamiento impecable y nada debe reprocharle? O viceversa.

No, claro que no se lo imaginan. Aunque las sesiones se prolonguen durante meses y se llamará a más de cien testigos, las conclusiones ya están escritas, con ligeros matices, según los rifirrafes producidos.

No se busca verdad ni aclarar hechos ni proponer medidas de futuro. Se desea la oportunidad de interrogar al enemigo, provocarle todo lo posible y arrancar algún titular. Por internet pueden encontrar momentos bochornosos como cuando Rufián preguntó en 2021 a Rajoy "¿usted ha sido presidente del Gobierno?" a lo que el gallego respondió: "Esa es una pregunta muy inteligente".

Algunas comisiones son especialmente delirantes desde su enunciado. Como exigencia para apoyar a Sánchez, Junts ha logrado crear una sobre los atentados de la Rambla y Cambrils en agosto de 2017, ya juzgados y con sentencia de la Audiencia Nacional, incluso avalada por el Tribunal Supremo. Los separatistas pretenden expandir teorías disparatadas y conspiranoicas. De momento, se constituyó en diciembre, pero ya estamos casi en mayo y ni ha empezado a funcionar. Lógico.

Las comisiones de investigación están amparadas por el artículo 76 de la Constitución, pero su objetivo no era el teatro en que se han convertido, simple campaña de imagen, pago de favores, un instrumento más para avivar la crispación.

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