Elecciones vascas: Satisfacción en las urnas

Las elecciones autonómicas en el País Vasco del pasado domingo han repartido muchas satisfacciones. Satisfecho está, y hasta hinchado, Arnaldo Otegi. Dice que su coalición, EH Bildu, es la primera fuerza política de Euskal Herria, que en su concepto incluye Navarra y algunas comarcas del sur de Francia, además de las tres provincias vascas.

Y en fin, tristemente, no le faltan razones para presumir, aquello que dijo Zapatero de que Otegi era un hombre de paz parece que ahora se lo ha tragado mucha gente a la que no le ha importado votar por quienes todavía despiden el olor a pólvora de las pistolas de ETA. Satisfecho está también Pedro Sánchez. Los socialistas han subido dos escaños y le podrán reclamar al PNV más carteras y más peso en el gobierno autonómico. Pero igual de satisfecho está Alberto Núñez Feijóo, el PP ha ganado un escaño más, hasta los siete, que no es poco tal como está el ambiente político vasco. Y satisfechos igualmente, los de Vox, que mantienen su escaño. En el PNV, satisfechos no pueden estar, aunque seguro que están aliviados, han visto el naufragio muy de cerca, pero a pesar del trastazo que se han llevado en las urnas seguirán mandando, que es lo que cuenta, y tienen cuatro años para corregir el rumbo. Quienes, en cambio, están como el pobre Mick Jagger y no pueden conseguir satisfacción ninguna son los de la izquierda izquierda. Podemos pierde sus seis diputados y se queda fuera del Parlamento vasco. Y ese extraño objeto político llamado Sumar tiene que conformarse con un escañito. No es extraño que Yolanda Díaz, salvo un tuit, haya estado tres días desaparecida. Ha pasado de ser la gran esperanza de la izquierda a convertirse en uno de los mayores blufs de la historia democrática. La gente ya huye de su lado. Y todavía quedan las europeas, aún se puede caer más bajo.

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