Por
  • Fernando Sanmartín

Feria del libro: ¿Dónde nos ponemos?

Fila de espera para la firma de tebeos de Ibáñez
¿Dónde nos ponemos?
HA

Se hace fila cuando vas a pagar en el supermercado. Y al subir a un tren de Alta Velocidad en cualquier estación. Y cuando llevas el coche para que pase la ITV. 

En la charcutería a la que voy nos colocamos en fila antes de pedir que nos pongan el jamón de York en lonchas muy finas. Y siempre me asusta, no puedo evitarlo, ver lejos de un hospital varias ambulancias en fila.

Leí hace unos meses un libro interesante, ‘Gozo’, de Azahara Alonso, que dedica unas pocas páginas a esos temas. Habla de las grandes filas para ver la tumba de Lenin. Cita a un profesor de la universidad de Massachusetts, experto en psicología de la espera. Y también recuerda que el concepto moderno de ‘cola’ tiene como origen la Revolución Francesa, vinculado al trato igualitario para recibir el pan.

Hay filas que me gustan. Definen la esperanza. Como la de los rusos que pasaron ante la tumba de Navalni, ese opositor a Putin que en Siberia reventó o lo reventaron. Hay quienes se salen de la fila. Lo hicieron Picasso, Juan Gris o Miró. Y en una película de los años 90, ‘The Full Monty’, una comedia que escondía un drama, recuerdo una escena donde varios hombres se ponen a bailar en la fila del paro.

Desaparecen muchas filas. Con citas previas y nuevos sistemas. En Correos, por ejemplo, una máquina te da un número y la fila se disfraza, desdibujada.

Mañana es el Día del Libro. Habrá lectores que harán fila para que Irene Vallejo, Sergio del Molino, Miguel Mena, Antón Castro, Martínez de Pisón, Gistaín, Marta Borraz o José Luis Melero les firme un ejemplar. Los libros son un vivac. Libros que en cualquier biblioteca, incluso los más desobedientes, se colocan en fila.

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