Adjunto a la Dirección de HERALDO DE ARAGÓN

‘Si vis pacem para pacem’

‘Si vis pacem para pacem’
‘Si vis pacem para pacem’
ISM

Lo dijo sabiamente Rafael Sánchez Ferlosio en uno de sus célebres ‘pecios’: "Todas las armas, en el silencio de sus panoplias y arsenales, contienen un presagio". Por eso cabe recordar que una de las grandes conquistas de la Humanidad ha sido la ilegalización de la guerra. 

Así, la Carta de las Naciones Unidas (1945) establece la prohibición de la amenaza y el empleo de la fuerza en las relaciones internacionales.

Fue este un claro progreso respecto a etapas anteriores del Derecho internacional, en las que la guerra era considerada un atributo de la soberanía del Estado. El problema ha sido y es controlar esta norma y sancionar a quien la incumpla. En virtud de la Carta, el castigo por la violación del principio se deja al arbitrio de los Estados más poderosos del mundo, los miembros permanentes del Consejo de Seguridad. A cambio, el poder de veto que tienen estas potencias puede impedir la adopción de las sanciones en cuestión. De hecho, la utilización de estos vetos ha sido muy frecuente. Esto explica que un elevado número de conflictos armados no hayan sido objeto de la acción disuasoria o sancionadora. Esto explica también que los últimos episodios de uso de la fuerza, como la invasión de Ucrania por Rusia o la guerra en Gaza, tampoco sean objeto de la acción coercitiva de la comunidad internacional.

Suenan tambores de guerra y retorna el dilema que Hobbes afrontó hace cuatro siglos: inseguridad general o pacto de coexistencia pacífica

Este fracaso del sistema de la ONU ha llevado a algunos filósofos y juristas a plantear una alternativa: una Constitución mundial como herramienta de gobernanza global. "Nosotros los pueblos de la Tierra, que en el curso de las últimas generaciones hemos acumulado armas mortíferas capaces de destruir varias veces la humanidad, hemos devastado el medio ambiente natural y puesto en peligro, con nuestras actividades industriales, la habitabilidad de la Tierra, promovemos un proceso constituyente de la Federación de la Tierra a fin de estipular este pacto de convivencia y de solidaridad". Así comienza el preámbulo de la Constitución que propone el profesor Ferrajoli (‘Constitucionalismo más allá del Estado’, 2018). Plantea una nueva organización mundial, una federación de Estados subordinada a instituciones globales con verdadero poder que impongan límites reales a los mercados y a los propios Estados.

Este anhelo pacifista choca hoy con la realidad. Los hechos son que la Humanidad vive un claro retroceso a la vieja lógica belicista, que se consideraba superada tras el final de la Guerra Fría. Ante la brutalidad de Putin, a la renovada pujanza del "complejo militar-industrial" de Occidente (según lo denominó el presidente Eisenhower) y ante la belicosidad de China, Corea del Norte, Irán, Israel… resucita la vieja teoría del ‘si vis pacem para bellum’ (si quieres la paz prepara la guerra) frente a la del ‘si vis pacem para pacem’ (si quieres la paz prepara la paz).

Él entiende que impedir la guerra requiere un poder superior. A cambio, Kant apuesta por el derecho y los principios civilizatorios

La nueva carrera bélica y armamentística nos retrotrae a un orden internacional que da por supuesto el hecho de la guerra como inevitable y, como consecuencia, favorece el mantenimiento del ‘animus belli’ entre las naciones en perjuicio de los ciudadanos. Por eso, aunque está claro que Europa debe fortalecer constantemente sus defensas para hacer frente a Putin y para disuadir a otros sátrapas, al mismo tiempo tiene que ser fiel a sus valores e impulsar mecanismos y alianzas que refuercen antes el acatamiento del Derecho internacional y el multilateralismo que una escalada bélica de consecuencias impredecibles.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos por José Javier Rueda en HERALDO)

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