Por
  • Eva Cosculluela

Como si fuera poco

'Perfect days'
'Perfect days'
A Contracorriente Films

El señor Hirayama, protagonista de la preciosa película de Wim Wenders ‘Perfect Days’, trabaja limpiando urinarios públicos. Sabe que su trabajo es efímero y que, por mucho que limpie, los retretes enseguida volverán a ensuciarse. 

También sabe que le van a pagar lo mismo si hace una limpieza superficial que si se esmera en dejar reluciente cada rincón. Pero ni la perdurabilidad ni el reconocimiento motivan su perfeccionismo: al señor Hirayama le importa hacer bien su trabajo, hacerlo lo mejor que sabe y que puede, dar lo mejor de sí mismo sólo por la satisfacción de hacer las cosas bien.

Encuentro esta misma idea en otra obra hermosísima, esta vez literaria: en ‘Elogio de las manos’, Jesús Carrasco escribe sobre los trabajos que hace en una casa prestada que sabe que pronto demolerán. Igual que el protagonista de Wenders, sabe que la reja que fija con su soldadura en la ventana no perdurará y que nadie aplaudirá sus arreglos. Pero a él también le importa hacer esos trabajos lo mejor que puede, esforzarse para ofrecer lo mejor de sí mismo en cada tarea, sin exigirse más de lo que es capaz de hacer, pero tampoco menos.

Pienso en estos dos hombres, en la dignidad de su trabajo y en la honradez con la que se conducen en la vida, mientras de fondo escucho el bochornoso ruido que hacen nuestros representantes políticos. Qué bueno sería que compartiesen con ellos alguna de estas cualidades, que fueran de los que limpian y no de los que ensucian, que entre broncas, insultos y vergonzoso griterío parasen un minuto a pensar en hacer las cosas bien sin importar nada más que eso. Como si eso fuera poco.

Eva Cosculluela es librera

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