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Cartas al director de HERALDO: El autismo y la inclusión social

campaña para concienciar sobre el autismo
El autismo y la inclusión social
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El autismo y la inclusión social

La palabra ‘espectro’ para incluir a las personas autistas no me gusta. Sería sinónimo de ‘escala’ o ‘gama’, pero el significado más común es ‘fantasma’, "imagen de una persona muerta", y como sinónimos, ‘aparecido’, ‘sombra’. La ironía nos sobra a quienes desde hace 33 años vivimos el problema. 

Más importante que señalar las conductas autistas de las personas es la valoración de discapacidad que cada una tiene. He visto jóvenes muy afectados en su personalidad y sus necesidades están lejos de su inclusión laboral o de los estudios de ESO. En una persona autista hay que priorizar su inclusión social. Yo me admiro de que mi hijo pueda ir solo por la ciudad, coger el bus, ir a comprar el HERALDO a las siete de la mañana, a la Romareda, al Corte Inglés (todos los sábados, a las 10, para pedir un sándwich mixto y un vaso de agua sin hielo, por favor). Sin embargo, con su ecolalia ininterrumpida no hace otra cosa que repetir las horas de los partidos de fútbol y los días festivos del año, o la cartelera, y de ahí no sale y llega a agobiar. No discuto que las personas del llamado espectro autista tengan rasgos diferentes, que algunos puedan recibir enseñanza reglada o trabajar en oficios adaptados, pero, por favor, no confundamos, que muchos jóvenes autistas tienen grados de discapacidad muy altos, y se crean unas expectativas nada reales. Muchos padres y madres, cercanos a la jubilación, después de años de hacer cuanto ha estado en nuestra mano por incluirlos en la sociedad, podemos pedir con toda la pena, una plaza de residencia, porque ya las fuerzas fallan. Que las Administraciones tengan esta necesidad en cuenta también es inclusión social.

Javier Fatás Cebollada. ZARAGOZA

Con cariño y humanidad

La noche del 19 al 20 de febrero, mi marido sufrió un ictus. Rápidamente fue trasladado en ambulancia al Hospital Miguel Servet. No puedo tener más que palabras de agradecimiento para todas y cada una de las personas que lo han atendido. Recuerdo todos los gestos de todo el personal, del primero al último, desde el día que entró hasta que recibió el alta. Recordar es volver a pasar por el corazón, sirvan estas palabras para recordar y pasar por el corazón el cariño con el que ha sido cuidado. No quiero ni puedo imaginar lo que han visto, ven y verán las personas que trabajan en el hospital. Desconozco cuántos pacientes pasan al día por allí. He comprobado que, pese a lo ingente que será esta cifra, cada paciente no es un número, es una persona tratada ya no con profesionalidad, que se presupone, sino con afecto y con cariño, con lo que es inherente a toda persona humana. Así que gracias, gracias de corazón.

Adriana Marín-Yaseli Vidal. ZARAGOZA

¿Placas solares en el cementerio?

El Ayuntamiento de Zaragoza ha sacado a concurso la instalación de placas solares en el cementerio. Una acción de este tipo no deja de ser industrial, un lugar más de los que producen electricidad. Este enfoque revela cierta obsesión general, loable en sus intenciones, pero que exige cuidadosos matices. De entrada, un cementerio es fundamentalmente un lugar de sentimientos. Allí se encuentran los restos de nuestros seres más queridos, personas que tuvimos muy cerca, que resumen nuestra propia vida. Es lugar de despedida, de afectos que exponemos y traducimos en las flores que inundan el lugar en días señalados. El tratamiento de todos estos aspectos, producción de electricidad frente a sentimientos, exige delicadeza y estética. La solución es difícil: estamos en un caso de confrontación entre lo tangible y lo intangible, de lo material frente a lo inmaterial. Es también el cementerio un lugar cultural. Así lo entendieron quienes construyeron hermosas sepulturas que el Ayuntamiento ha recogido en diferentes rutas. Hay asimismo un cuidado por la imagen del entorno, con los jardines, los caminos o pequeños monumentos que invitan a su visita. También hay que señalar que hay numerosos nichos que están en concesión por 49 años, algo así como la propiedad durante ese tiempo, y además se abona una cuota de mantenimiento, por lo que algo tendremos que decir los que tenemos allí los restos de los familiares. Cabe pues preguntarse qué es lo que ha determinado esta elección en un lugar tan singular a una entidad municipal que tiene uno de los términos más extensos de España. La única justificación, en mi opinión, es que dispone de edificios de cubierta plana accesibles fácilmente, algo que enamora a los instaladores. Los usos de los dos elementos, nichos y paneles son incompatibles. Los paneles priman su orientación mientras los nichos priman la imagen del conjunto. Como caricatura y en sentido contrario, a nadie se le ocurre poner nichos donde hay paneles solares. Sería deseable que por parte municipal hubiera una completa y detallada información de lo que se pretende hacer. Como colofón, esto pide… un debate.

Francisco Alós Barduzal. ZARAGOZA

En un pueblo pequeño

Resulta ‘in-dig-no’ (lo enfatizo de esa forma), que a un pueblo como Ansó, ¿tal vez por tener pocos habitantes?, no nos llegue de hecho, digamos en la realidad real y concreta de las cosas, la aplicación de las protecciones que otorgan las leyes. Ejemplo: una persona cualquiera, y desde luego un concejal en pleno ejercicio de las funciones, solicita acceso a documentos públicos en el Ayuntamiento; pasa un mes, dos, tres... pasan seis meses, pasa más tiempo aún, hasta se ha dirigido ya al pomposamente denominado ‘Consejo de Trasparencia de Aragón’. Se han cumplido todos los formalismos y tiempos legales posibles (habidos y por haber); pero claro, Ansó solo es uno de los términos municipales de esta tierra con menos de 500 habitantes, y nadie, digamos por las alturas de los poderes públicos, parece tomarse demasiado en serio lo que esté pasando con las leyes en lugares tan y tan pequeños. Claro que, ¿cuánto territorio y número de municipios suponemos? Una barbaridad; no queremos presumir aquí de ello, ¡tenemos los datos! Sí, orgullosos y muy orgullosos por cierto de vivir donde vivimos, aguantamos y aguantaremos; y menos mal que, al menos la prensa, nos ha demostrado estar dispuesta a considerarnos ante situaciones clarísimas, vaya, de las de cajón de tabla.

Juan Ramón Navarro Brun. ANSÓ (HUESCA) 

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